Terror y misterio en la danza o la fascinante (y abrumadora) propuesta de Sharon Eyal

Todo es misterioso en el último trabajo de la coreógrafa israelí Sharon Eyal (Jerusalén, 54 años). Por ejemplo, el título, Into the Hairy (algo así como En lo Peludo), con ese “Hairy” como si hiciera referencia a una especie de país, planeta, o lugar mayestático, pero sobre todo singular y solemne. Un submundo, oscuro, áspero, que podemos enmarcar en la lejanía de una fábula de terror o en la proximidad del lado tenebroso que todos habitamos.

También hay misterio en la estética de los ocho bailarines, con mallas oscuras (firmadas por la casa Dior) y aspecto andrógino e impecable que se mueven como un magma tenebroso.

En el movimiento corporal y espacial (la manera de ocupar el escenario) de Into the Hairy se hallan las claves fundamentales del discurso característico de la coreógrafa, que viene trabajando desde 2005 al frente de su propia agrupación, junto a Gai Behar. A nivel individual, prevalece la tensión muscular continua de los intérpretes, que conjuga con una expresión facial impertérrita. El relevé (posición de media punta) casi perpetuo, con el esfuerzo soterrado que eso conlleva. Las extremidades y torso retorcidos en direcciones opuestas. Una gran exigencia técnica y precisión corporal, sin aspavientos ni explosiones, pero que, sin embargo, o precisamente por ello, avasalla y embelesa en una cadencia hipnótica, de bucle infinito.

A nivel grupal, también converge en esta obra la tónica habitual de los trabajos de Eyal, en los que el grupo se muestra como una masa compacta, sin apenas contacto físico entre los bailarines, mientras se desplazan, casi siempre juntos, como una manada de criaturas insondables. En este sentido, el conjunto va dibujando figuras de gran sencillez (círculos, líneas rectas donde se toman de las manos o las orejas), que contrasta de manera pertinente con el sofisticado movimiento corporal individual y aporta a la propuesta una fuerza sepultada.

En la obra, estrenada en 2023 en el Festival de Montpellier Danse, todo es cuerpo, música y luces. Y la combinación de los tres resulta una ecuación del todo indivisible. Durante los 45 minutos de duración, esta tríada transcurre como una sola cosa, tal es la fusión que se produce entre los intérpretes, la música y la iluminación. Nada es gratuito. Todo está absolutamente medido. Y, sin embargo, el conjunto respira una naturalidad (fantasmagórica, eso sí) apabullante.

Se trata de la primera colaboración entre Sharon Eyal y el compositor y productor galés Lewis Roberts, ‘Koreless’. Hasta ahora, la creadora firmaba sus trabajos con el compositor Ori Lichtik

El compositor y productor galés Lewis Roberts, Koreless, exquisito autor del manto sonoro de electrónica, experimental y techno, que incluye sonidos concretos como el goteo del agua, la vibración penetrante o el arranque de un motor, fabrica toda una atmósfera y narración (los bailarines permanecen soldados a la música) que va más allá del espacio sonoro. Un trabajo impecable de conjunción escénica que pasa por la primera colaboración entre Sharon Eyal y este músico (hasta la fecha, la creadora firmaba sus trabajos con el compositor Ori Lichtik).

Ex bailarina de la famosa Batsheva Dance Company y consolidada coreógrafa de ámbito internacional, Sharon Eyal firma con Into the Hairy una de las obras más contundentes y fabulosas de su trayectoria (y tiene muchas). Como quien alcanza un nuevo peldaño en su madurez artística, la coreógrafa ofrece un espectáculo de resultado y condición aplastante. Una maravilla.

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 Todo es misterioso en el último trabajo de la coreógrafa israelí Sharon Eyal (Jerusalén, 54 años). Por ejemplo, el título, Into the Hairy (algo así como En lo Peludo), con ese “Hairy” como si hiciera referencia a una especie de país, planeta, o lugar mayestático, pero sobre todo singular y solemne. Un submundo, oscuro, áspero, que podemos enmarcar en la lejanía de una fábula de terror o en la proximidad del lado tenebroso que todos habitamos.También hay misterio en la estética de los ocho bailarines, con mallas oscuras (firmadas por la casa Dior) y aspecto andrógino e impecable que se mueven como un magma tenebroso.En el movimiento corporal y espacial (la manera de ocupar el escenario) de Into the Hairy se hallan las claves fundamentales del discurso característico de la coreógrafa, que viene trabajando desde 2005 al frente de su propia agrupación, junto a Gai Behar. A nivel individual, prevalece la tensión muscular continua de los intérpretes, que conjuga con una expresión facial impertérrita. El relevé (posición de media punta) casi perpetuo, con el esfuerzo soterrado que eso conlleva. Las extremidades y torso retorcidos en direcciones opuestas. Una gran exigencia técnica y precisión corporal, sin aspavientos ni explosiones, pero que, sin embargo, o precisamente por ello, avasalla y embelesa en una cadencia hipnótica, de bucle infinito.A nivel grupal, también converge en esta obra la tónica habitual de los trabajos de Eyal, en los que el grupo se muestra como una masa compacta, sin apenas contacto físico entre los bailarines, mientras se desplazan, casi siempre juntos, como una manada de criaturas insondables. En este sentido, el conjunto va dibujando figuras de gran sencillez (círculos, líneas rectas donde se toman de las manos o las orejas), que contrasta de manera pertinente con el sofisticado movimiento corporal individual y aporta a la propuesta una fuerza sepultada.En la obra, estrenada en 2023 en el Festival de Montpellier Danse, todo es cuerpo, música y luces. Y la combinación de los tres resulta una ecuación del todo indivisible. Durante los 45 minutos de duración, esta tríada transcurre como una sola cosa, tal es la fusión que se produce entre los intérpretes, la música y la iluminación. Nada es gratuito. Todo está absolutamente medido. Y, sin embargo, el conjunto respira una naturalidad (fantasmagórica, eso sí) apabullante.Se trata de la primera colaboración entre Sharon Eyal y el compositor y productor galés Lewis Roberts, ‘Koreless’. Hasta ahora, la creadora firmaba sus trabajos con el compositor Ori LichtikEl compositor y productor galés Lewis Roberts, Koreless, exquisito autor del manto sonoro de electrónica, experimental y techno, que incluye sonidos concretos como el goteo del agua, la vibración penetrante o el arranque de un motor, fabrica toda una atmósfera y narración (los bailarines permanecen soldados a la música) que va más allá del espacio sonoro. Un trabajo impecable de conjunción escénica que pasa por la primera colaboración entre Sharon Eyal y este músico (hasta la fecha, la creadora firmaba sus trabajos con el compositor Ori Lichtik).Ex bailarina de la famosa Batsheva Dance Company y consolidada coreógrafa de ámbito internacional, Sharon Eyal firma con Into the Hairy una de las obras más contundentes y fabulosas de su trayectoria (y tiene muchas). Como quien alcanza un nuevo peldaño en su madurez artística, la coreógrafa ofrece un espectáculo de resultado y condición aplastante. Una maravilla. Seguir leyendo  

Todo es misterioso en el último trabajo de la coreógrafa israelí Sharon Eyal (Jerusalén, 54 años). Por ejemplo, el título, Into the Hairy (algo así como En lo Peludo), con ese “Hairy” como si hiciera referencia a una especie de país, planeta, o lugar mayestático, pero sobre todo singular y solemne. Un submundo, oscuro, áspero, que podemos enmarcar en la lejanía de una fábula de terror o en la proximidad del lado tenebroso que todos habitamos.

También hay misterio en la estética de los ocho bailarines, con mallas oscuras (firmadas por la casa Dior) y aspecto andrógino e impecable que se mueven como un magma tenebroso.

En el movimiento corporal y espacial (la manera de ocupar el escenario) de Into the Hairy se hallan las claves fundamentales del discurso característico de la coreógrafa, que viene trabajando desde 2005 al frente de su propia agrupación, junto a Gai Behar. A nivel individual, prevalece la tensión muscular continua de los intérpretes, que conjuga con una expresión facial impertérrita. El relevé (posición de media punta) casi perpetuo, con el esfuerzo soterrado que eso conlleva. Las extremidades y torso retorcidos en direcciones opuestas. Una gran exigencia técnica y precisión corporal, sin aspavientos ni explosiones, pero que, sin embargo, o precisamente por ello, avasalla y embelesa en una cadencia hipnótica, de bucle infinito.

A nivel grupal, también converge en esta obra la tónica habitual de los trabajos de Eyal, en los que el grupo se muestra como una masa compacta, sin apenas contacto físico entre los bailarines, mientras se desplazan, casi siempre juntos, como una manada de criaturas insondables. En este sentido, el conjunto va dibujando figuras de gran sencillez (círculos, líneas rectas donde se toman de las manos o las orejas), que contrasta de manera pertinente con el sofisticado movimiento corporal individual y aporta a la propuesta una fuerza sepultada.

En la obra, estrenada en 2023 en el Festival de Montpellier Danse, todo es cuerpo, música y luces. Y la combinación de los tres resulta una ecuación del todo indivisible. Durante los 45 minutos de duración, esta tríada transcurre como una sola cosa, tal es la fusión que se produce entre los intérpretes, la música y la iluminación. Nada es gratuito. Todo está absolutamente medido. Y, sin embargo, el conjunto respira una naturalidad (fantasmagórica, eso sí) apabullante.

Se trata de la primera colaboración entre Sharon Eyal y el compositor y productor galés Lewis Roberts, ‘Koreless’. Hasta ahora, la creadora firmaba sus trabajos con el compositor Ori Lichtik

El compositor y productor galés Lewis Roberts, Koreless, exquisito autor del manto sonoro de electrónica, experimental y techno, que incluye sonidos concretos como el goteo del agua, la vibración penetrante o el arranque de un motor, fabrica toda una atmósfera y narración (los bailarines permanecen soldados a la música) que va más allá del espacio sonoro. Un trabajo impecable de conjunción escénica que pasa por la primera colaboración entre Sharon Eyal y este músico (hasta la fecha, la creadora firmaba sus trabajos con el compositor Ori Lichtik).

Ex bailarina de la famosa Batsheva Dance Company y consolidada coreógrafa de ámbito internacional, Sharon Eyal firma con Into the Hairy una de las obras más contundentes y fabulosas de su trayectoria (y tiene muchas). Como quien alcanza un nuevo peldaño en su madurez artística, la coreógrafa ofrece un espectáculo de resultado y condición aplastante. Una maravilla.

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