Una nueva alarma social: los wasaps

<p class=»ue-c-article__paragraph»>Atención, ciudadanos del mundo: un nuevo peligro está acechando la vida personal, laboral y social de todo hijo de vecino. Nadie puede escapar de sus garras. Están todos avisados. Porque esta nueva amenaza ya es una realidad: <strong>las conversaciones por WhatsApp</strong>.</p>

Seguir leyendo

 Para evitar disgustos y berrinches a todos los niveles, propongo que volvamos a comunicarnos a la vieja usanza: hablarnos cara a cara  

Atención, ciudadanos del mundo: un nuevo peligro está acechando la vida personal, laboral y social de todo hijo de vecino. Nadie puede escapar de sus garras. Están todos avisados. Porque esta nueva amenaza ya es una realidad: las conversaciones por WhatsApp.

Desde Pedro Sánchez a Alejandra Rubio, pasando por la mujer anónima que ha sido infiel a su marido, el adolescente que miente a sus padres con sus notas en los exámenes o la amiga que comenta lo mal que le queda el nuevo peinado a otra íntima; todos ellos, absolutamente todos, han sido víctimas de sus comentarios, escritos o por audio, en WhatsApp.

Según los creadores de la aplicación, ésta nació con la intención de revolucionar la forma de comunicarnos entre nosotros (reto conseguido) a la vez que ofrecía más privacidad y discreción en las conversaciones con el cifrado de extremo a extremo. Fueron muy inocentes; se olvidaron del talante y de la calidad ética y moral del ser humano.

Creyeron que todo el mundo es bueno; que la educación, el respeto y la rectitud son lo que abunda en este siglo, y ahora más que nunca. Porque no me negará que no es la primera vez que en una reunión de colegas de trabajo alguien desvela el audio de turno poniendo verde al jefe, o que no le suena aquel amigo que le confiesa a su compadre que le ha puesto los cuernos a su chica…En fin. Así que, para evitar disgustos y berrinches a todos los niveles, propongo que volvamos a comunicarnos a la vieja usanza: hablarnos cara a cara.

Porque las palabras se las lleva el viento y lo dicho quedará entre los interlocutores de la conversación (o conspiración). Si se produce una desvelación de la información (o del secreto) será tu palabra contra la mía y nadie lo podrá comprobar. «Demuestra que he dicho eso», como se ha hecho toda la vida en los patios de vecinas y sus cotilleos. Si, por el contrario, todo el contenido está en la nube digital, usted estará perdido. Así que lo que no quiera que se sepa, no lo escriba; lo mismo pasa con lo que no quiere que se vea: jamás lo fotografíe o grabe en vídeo. Jamás. El contenido de esos wasaps siempre quedará. Un amigo siempre decía: «Las nubes pasan, el cielo permanece». Ahora, el cielo es WhatsApp; un cielo que se puede convertir en infierno.

Sea listo y deje la fea manía de tener que contar todo por mensaje. Qué necesidad. Le pasará factura, se lo estoy advirtiendo. Acuda a la prudencia y cuente hasta diez antes de vomitar toda su información o emoción y accionar el botón de enviar.

Como decía el gran Chiquito e la Calzada: «Cuidadín, cuidadín».

 Cultura

Interesante