No sólo las malas personas hacen ghosting

<p class=»ue-c-article__paragraph»>Estos días se cumple una década del <a href=»https://www.elmundo.es/vida-sana/familia-y-co/2021/09/09/6139aeeee4d4d8f9608b462c.html»><i>ghosting</i></a> más famoso de la cultura popular. Los habíamos visto de la mano en Cannes, circulaban rumores de boda… y, de repente, <strong>Charlize Theron y Sean Penn</strong> ya no eran pareja. Poco después llegaron los detalles de la ruptura en los tabloides: «Charlize<strong> no le habla. Ha cortado la comunicación</strong>. Han terminado para siempre».</p>

Seguir leyendo

 Cualquiera que haya explorado la jungla de las citas actual lo ha sufrido o lo ha perpetrado, posiblemente ambas cosas. Desaparecer sin dar explicaciones es algo horrible, pero quien lo hace no tiene por qué ser una persona horrible  

Estos días se cumple una década del ghosting más famoso de la cultura popular. Los habíamos visto de la mano en Cannes, circulaban rumores de boda… y, de repente, Charlize Theron y Sean Penn ya no eran pareja. Poco después llegaron los detalles de la ruptura en los tabloides: «Charlize no le habla. Ha cortado la comunicación. Han terminado para siempre».

Por entonces en España ni siquiera llamábamos ghosting a esas desapariciones amorosas sin explicación alguna. «Eso del puto ghosting… ni siquiera sé aún lo que significa», zanjó la actriz un año más tarde en una larga entrevista. «Estábamos en una relación y luego ya no funcionó. Eso es todo».

Seguro que Charlize ya sabe hoy lo que es el puto ghosting. Todos lo sabemos.

Cualquiera que haya explorado la jungla de las citas actual lo ha sufrido o lo ha perpetrado. Probablemente ambas cosas. He recibido mensajes de «no he desaparecido» –obviamente, se estaba esfumando– y también he dejado que se diluyeran historias que no quería continuar. Cuando conté a un amigo -guapo, majo, educadísimo- el tema de esta columna, se revolvió incómodo en su silla: sí, él también había hecho «una especie de ghosting« en el pasado. Otra amiga fue más directa: «El ghosting está mal».

Cierto, desaparecer sin dar explicaciones es algo horrible. Genera incertidumbre, sensación de rechazo y cierto enganche que, con una mínima aclaración, desaparecería de inmediato. Pero quien lo hace no tiene por qué ser una persona horrible.

En una vida cada vez menos presencial, es la opción perezosa (y algo cobarde) cuando uno no quiere volver a quedar con su cita de Tinder o con su ligue. Pero hay más razones detrás: en el New York Times recogieron los testimonios de 10 ghosters para explicar los motivos de quienes desaparecen. Está la chica que temía que si contestaba acabaría aceptando más encuentros («No iba a funcionar»), la que escribió mensajes y mensajes de disculpa que nunca envió (todavía se arrepiente), el chico que se sintió ignorado cuando dijo que quería ir con calma o la psicóloga que fue incapaz de hacer eso que recomienda a sus pacientes: dar una explicación. También está el que reconoce que fue algo inmaduro, la que lo hace por venganza…

Al comienzo de Alice & Jack (Filmin), una serie que cuenta una de esas historias de amor bonitas en la ficción pero que no querríamos en la vida real, el mejor amigo de Jack le advierte de que no insista: Alice ha desaparecido, está claro que no quiere volver a verle. No hay un único motivo para el ghosting, pero siempre habrá un amigo que nos diga «date cuenta» y que esté ahí para recoger los pedazos.

 Cultura

Interesante