Natalie Portman: «Cuando era joven pensaba que a esta edad ya me habría retirado, que con 35 años lo habría dejado»

<p><strong>Natalie Portman</strong> (Jerusalén, 1981) tiene una de las carreras más complejamente inexplicables del Hollywood actual. La niña que debutó de la mano de Luc Besson con 13 años en <i>León (El profesional)</i>, que exigió junto a sus padres rehacer algunas de las escenas de violencia en las que aparecía, acabó convertida antes de cumplir la mayoría de edad en piedra angular de los tres primeros episodios de <i>Star Wars</i>. De ahí, a una sucesión indistinta de títulos entre el más puro <i>mainstream</i>, con la saga de <i>Los vengadores</i> y <i>Thor</i>; la ciencia ficción de <i>Mars Attack</i> o <i>Aniquilación</i>; las comedias románticas como <i>París, je t’aime</i> o <i>New York, I Love You</i>; el cine de autor que le valió el Oscar -y los cuatro grandes premios actorales estadounidenses en el mismo año- con <i>Cisne negro</i>… <strong>Y, sin embargo, todas las piezas ensambladas hasta formar un todo que adquiere sentido.</strong></p>

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 La actriz es una estrella poco convencional en el universo Hollywood desde sus inicios. Ahora protagoniza ‘La fuente de la eterna juventud’  

Natalie Portman (Jerusalén, 1981) tiene una de las carreras más complejamente inexplicables del Hollywood actual. La niña que debutó de la mano de Luc Besson con 13 años en León (El profesional), que exigió junto a sus padres rehacer algunas de las escenas de violencia en las que aparecía, acabó convertida antes de cumplir la mayoría de edad en piedra angular de los tres primeros episodios de Star Wars. De ahí, a una sucesión indistinta de títulos entre el más puro mainstream, con la saga de Los vengadores y Thor; la ciencia ficción de Mars Attack o Aniquilación; las comedias románticas como París, je t’aime o New York, I Love You; el cine de autor que le valió el Oscar -y los cuatro grandes premios actorales estadounidenses en el mismo año- con Cisne negroY, sin embargo, todas las piezas ensambladas hasta formar un todo que adquiere sentido.

La última de todas las que la actriz estadounidense de origen judío ha colocado en ese todo es su primera colaboración con Guy Ritchie como una de las protagonistas de La fuente de la eterna juventud, que hoy se estrena en Apple TV+ y que no es más, ni tampoco menos, que la esencia misma del cineasta británico. Aunque el guion lo firme James Vanderbilt -autor de Heat, en la que también estaba una adolescente Natalie Portman-, las dos horas de acción continua, con píldoras constantes de comedia, sostenidas sobre todo en John Krasinski, son la esencia misma del británico. Y, entre medias, una relación tormentosa entre los dos hermanos que interpretan el protagonista de The Office y Portman. ¿Su objetivo? Encontrar la fuente de la eterna juventud por deseo del magnate que interpreta Domhnall Gleeson y pese a la oposición de un grupo de cazatesoros entre los que destaca la mexicana Eiza González. Una superproducción que se ha filmado entre Bangkok, Viena, Luxor y Liverpool. De las pirámides egipcias a las calles tailandesas pasando por el Museo de Historia del Arte de la capital austriaca. Y la velocidad frenética como hilo conductor.

«Para mí esta película ha sido muy diferente porque todo lo que había hecho a esta escala ha tenido mucha animación por ordenador y, sin embargo, en este caso todo ocurría en lugares reales con personas reales», señala Portman durante un encuentro virtual. Y centra el tiro en la huida por las calles de Liverpool que emprenden ella y Krasinki en un descapotable tras robar una pieza de uno de los museos de la ciudad. «Fue muy emocionante formar parte de esto, hacer estas secuencias de acrobacias dentro de ese coche. Me sentía como si estuviera conduciendo de verdad, aunque por supuesto yo iba en el asiento del copiloto. Fue un auténtico terror; dábamos vueltas en las curvas en mitad de esa persecución. Pero al mismo tiempo fue emocionante experimentarlo».

Pese a esa acción, y a la que viene a medida que avanza la película con su ritmo frenético, Guy Ritchie se mantiene en otro de sus clásicos. El vestuario juega un papel central dentro de la trama. Ya puede Natalie Portman estar en mitad de un atraco, de una inmersión en el océano o de una aventura por las pirámides que ni una prenda está fuera de lugar. «Es muy típico de Guy que el vestuario sea increíble, pero es que él mismo aparece vestido como un personaje de la película. Mi momento favorito es que no se ponía el chaleco cuando hacíamos escenas en el agua hasta que le hicieron uno. Creo recordar que era de pata de gallo o algo similar para que le combinara con su atuendo», detalla la actriz, que además confiesa que se acabó llevando del set una de las corbatas y otra de las bufandas que llevaba su protagonista. «Yo debería haber robado el traje de pana marrón que me hicieron para la sesión de fotos porque era hecho a medida para mí. Llegar a este nivel de detalle es una cosa que solo pasa una vez en la vida, nunca te vas a ver mejor que dentro de una película de Guy Ritchie», la complementa John Krasinski, uno de los cuatro actores que está presente durante esta promoción virtual de la película.

Precisamente ese elenco, según ellos mismos afirman, fue una de las claves para que todo encajara durante el rodaje. Y, en el centro, como la veterana que lo sostiene todo, sus compañeros apuntan hacia Natalie Portman. «Fue realmente divertida todo el tiempo, durante los cinco meses que compartimos rodaje, viajando, nadando en aguas heladas… Es una de las personas más inteligentes que he conocido en mi vida, además de mostrar interés en todo lo que la rodea. Creo que no mucha gente es así», apunta Krasinski. «Definitivamente, es surrealista compartir un rodaje con ella, siempre permanece en equilibrio. Es una persona que nunca se siente hastiada, es increíblemente profunda y trabajar con ella superó todas las expectativas que tenía porque yo era muy fan suya de niña», agrega Eiza González. Y lo cierra en esa misma línea Domhnall Gleeson: «Después de todo lo que han dicho, solo añadiré para que quede grabado que soy un fan enorme de Natalie. Parecemos los presidentes de su club de fans, Eiza y yo».

Pero no todo es velocidad y acción en esta versión de La fuente de la eterna juventud que ha armado Ritchie. En la esencia misma del mito está uno de los grandes debates de nuestro tiempo y que no pasa desapercibido para el británico: la obsesión por esa juventud, las consecuencias que alguien está dispuesto a pagar para que sea perdurable e incluso eterna. Un debate que alude en especial al género femenino, donde las operaciones de cirugía estética se han disparado en los últimos años entre las más jóvenes. Según los datos de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS), entre el 30% y el 40% de las pacientes de cirugía estética son menores de 30 años. «La eterna juventud se ha convertido en una obsesión para nuestra sociedad», arranca Natalia Portman. Y sigue: «Creo que esta película aborda también la metáfora de que debemos buscar esa capacidad de asombro que tenemos cuando somos jóvenes, esa pasión, esa curiosidad y ese espíritu aventurero. Me gusta pensar que esa búsqueda externa en las operaciones es, en realidad, una búsqueda interna equivocada y lo que realmente queremos es sentirnos jóvenes de nuevo, sentir esa emoción, esa pasión… Pero lo planteamos desde el punto de vista de la estética».

Lo dice quien, especialmente en los inicios de su carrera, se vio sometida por los cánones de belleza y también por una sexualización que le impidió desarrollarse en ese aspecto en su vida personal durante su juventud. Así lo confesó ella misma a finales de 2020 en el podcast Armchair Expert, del cómico Dax Shepard. Porque hay que recordar que con solo 13 años, Portman protagonizó Beautiful Girls, aquella especie de comedia romántica en la que su vecino se enamora perdidamente de ella cuando vuelve a su casa para una reunión de ex alumnos del instituto. Ese vecino era Timothy Hutton, que en la vida real tenía 21 años más que ella y en la película le sacaba 16. Solo un año después, la actriz fue parte también del elenco de Heat, donde interpretaba a una niña que moría en mitad del thriller de Michael Mann. Esa situación le causó un trauma que la llevó a autolesionarse en una ocasión, según reveló en una entrevista de 2009 en Los Ángeles Times. Y, aún así, la interpretación ha seguido siendo su método de expresión y de vida durante más de 30 años. «Definitivamente pensé que a esta edad ya me habría retirado. Cuando era más joven pensaba que con 35 años ya lo habría dejado. Pero es que esto aún me sigue gustando, es una sorpresa lo divertido, emocionante, interesante y significativo que sigue siendo para mí hacer cine», señala la actriz que a principios de los 2000 se graduó en Psicología en la Universidad de Harvard y que, siendo ya una estrella de cine, ejerció como ayudante de investigación de Alan Dershowitz en una laboratorio de esa materia.

«La oportunidad de crear con otras personas es enormemente mágica para mí. Me refiero a tener un grupo de personas creando algo juntas con la vista puesta en una idea que lidera un director. Es como una orquesta en la que el sonido es realmente extraordinario. No he encontrado nada más que se le parezca en términos de expresión creativa. Así que me siento muy afortunada de seguir siendo actriz», asegura Portman, que, al margen de su trabajo como intérprete, también es propietaria del equipo de fútbol femenino Angel City FC. El club se fundó en 2020, empezó a competir en la máxima competición estadounidense en 2022 y entre sus propietarios cuenta también con la tenista Serena Williams, con los youtubers Lilly Singh y Casey Neistat y con algunas ex jugadoras de la selección femenina de Estados Unidos, como Mia Hamm, Lauren Holiday o Abby Wambach. «Esta sí que ha sido toda una aventura, ha resultado inesperado, pero muy significativo en mi vida. El fútbol femenino es un transformador cultural increíble. Para niños y niñas, ver a atletas virtuosas como heroínas es realmente importante. Solo por eso ya puedo decir que es una de las experiencias más maravillosas de toda mi vida».

Porque no es solo que la carrera cinematográfica de Natalie Portman sea complejamente inexplicable, es que todo lo que la rodea también lo es. Y ella también lo es.

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