La vida ya no es un carnaval, la vida es un festival

<p class=»ue-c-article__paragraph»>El pasado fin de semana acudí al Warm Up Fesival celebrado en Murcia. <strong>Lo pasé bomba</strong>. Primero en la zona de <i>backstage</i>, donde coincidí con mis admirados Los Javis y con toda su cuadrilla mientras sonaba de fondo la música de una cantante llamada M.I.A. También tuve tiempo de disfrutar del concierto del grupo al que represento: Fangoria. Previamente, y en otro escenario, había actuado Dorian. Y así todo el rato: desfile ininterrumpido de propuestas de distinto pelaje. Y es que la democratización se ha instalado en el universo de los festivales, que en los próximos meses se celebrarán en cualquier ciudad, pueblo o barrio de este país. Porque no eres un ayuntamiento digno si no tienes tu propio festival. Tampoco eres nadie si no acudes a cualquiera de ellos.</p>

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 Como espectador todo es más relajado, tienes menos responsabilidad y no te cohíbes tanto a la hora de ejercer de fan  

El pasado fin de semana acudí al Warm Up Fesival celebrado en Murcia. Lo pasé bomba. Primero en la zona de backstage, donde coincidí con mis admirados Los Javis y con toda su cuadrilla mientras sonaba de fondo la música de una cantante llamada M.I.A. También tuve tiempo de disfrutar del concierto del grupo al que represento: Fangoria. Previamente, y en otro escenario, había actuado Dorian. Y así todo el rato: desfile ininterrumpido de propuestas de distinto pelaje. Y es que la democratización se ha instalado en el universo de los festivales, que en los próximos meses se celebrarán en cualquier ciudad, pueblo o barrio de este país. Porque no eres un ayuntamiento digno si no tienes tu propio festival. Tampoco eres nadie si no acudes a cualquiera de ellos.

A mí el mundo festival me gusta. Como artista me gusta porque es más que divertido coincidir con otros compañeros de profesión y poder espiar sus camerinos. Es posible incluso llevarte sorpresas con colegas que antes te caían mal y cambiar de opinión. El repertorio que se toca se basa en los éxitos y la duración de los conciertos es menor. «Lo poquito agrada y lo mucho enfada». En un festival, ésta es la máxima.

Y como espectador todo es más relajado, tienes menos responsabilidad y no te cohíbes tanto a la hora de ejercer de fan del grupo que te gusta. Puedes, incluso, permitirte ser más gamberro. Si además no te preocupa que te pidan fotos, como es mi caso (algo estaría haciendo mal si nadie me parase), puedes hacer un ejercicio antropológico del público que llena el recinto. Allí podrás observar que hay de todo en la viña del Señor. Están aquellos que sólo van a ver a su artista fetiche y luego desaparecen; aquellos a los que les gusta el botellón en la zona de camping y aquellos que sienten la llamada de la modernidad por un día y se pasean por ahí sin saber muy bien de lo que va el asunto. Todo me parece perfecto; al fin y al cabo la vida ya no es un carnaval, la vida es un festival y todos tenemos derecho a poder disfrutar de ella como mejor podamos.

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