Ya sabrán que en junio Bruce Springsteen publica Tracks II: The Lost Albums, una muy cara caja con siete CD o vinilos, recuperando otros tantos álbumes suyos que no vieron la luz en su momento, desde grabaciones caseras a un proyecto orientado al country. Neil Young sigue rescatando igualmente fragmentos de su rico pasado en sus Neil Young Archives, que cuenta con su propia página web, donde también mueve su abundante filmografía.
El ‘box set’ ya forma parte del arsenal profesional de los artistas. Pero, ay, no en España
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado
El ‘box set’ ya forma parte del arsenal profesional de los artistas. Pero, ay, no en España


Ya sabrán que en junio Bruce Springsteen publica Tracks II: The Lost Albums, una muy cara caja con siete CD o vinilos, recuperando otros tantos álbumes suyos que no vieron la luz en su momento, desde grabaciones caseras a un proyecto orientado al country. Neil Young sigue rescatando igualmente fragmentos de su rico pasado en sus Neil Young Archives, que cuenta con su propia página web, donde también mueve su abundante filmografía.
La caja recopilatoria es otra opción disponible para el artista de largo recorrido, como el desenchufado, el directo, los duetos o (tiemblen) el disco con orquesta sinfónica. Como tantas cosas, el concepto del box set se lo debemos a Bob Dylan. Más exactamente a Jeff Rosen, su manager desde hace 26 años. Rosen entendió lo que latía detrás de Great White Wonder, el doble pirata dylaniano que en 1969 tuvo ventas estratosféricas. En jazz o en música clásica siempre hubo ediciones clandestinas en tiradas modestas, pero Great White Wonder reveló la existencia de un público considerable que se sentía lo bastante voraz como para no conformarse con los lanzamientos oficiales. A partir de 1991, Rosen apostó por saciar esa demanda con The Bootleg Series, discos múltiples de sonido cuidado y presentación vistosa, justificados con textos de especialistas. Rosen incluso tantea los límites del mercado: hace poco sacaba The 1974 Live Recordings, caja de 27 cedés conteniendo todos los conciertos grabados durante su gira con The Band.
Iniciativas imitadas por todas las figuras de primer nivel, incluyendo a los supervivientes de The Beatles, con la colección Anthology. Con una notable excepción: los Rolling Stones poseen un potosí de cintas sin estrenar, pero —por pudor, imagino— no quieren compartirlas, excepto en ocasiones puntuales. Como con la reedición ampliada de Exile on Main Street de 2010, aunque sintieron vergüenza torera y añadieron nuevas pistas a la mayoría de los temas repescados.
La semana pasada, durante una conversación con Joan Manuel Serrat en el Instituto Cervantes, le planteé si nunca había pensado en juntar los descartes de más de medio siglo de carrera. Su respuesta fue tajante: “Yo tiro todo lo que he decidido no editar. Puede que me haya equivocado con algunas las canciones que sí di por buenas, pero no pienso rehabilitar las canciones que consideré malas”. Sospecho que eso no se puede aplicar a la legendaria Montonera, inédita por razones políticas, o a emparejamientos fugaces, como los recitales a dúo con el jazzman Tete Montoliú: “Algo se grabó, pero nunca llegamos a entrar en un estudio”.
Hay un íntimo de Serrat que sí podría recibir un tratamiento tipo Bootleg Series. Hasta el comienzo del siglo XXI, se podría afirmar que Joaquín Sabina vivía por y para la música. Antes del pelotazo de 19 días y 500 noches, Joaquín lo almacenaba todo: maquetas previas a trabajar con sus productores, ensayos, caprichos como la sesión en Lima con los músicos que acompañaron a Chabuca Granda. Gran parte de aquel tesoro, como el buen bucanero que era, estaba guardado en un arcón en su domicilio. Y no, tampoco quería publicarlo. Cierto que la mayor parte de la industria discográfica española carece de músculo para emprender semejantes proyectos. Aunque esa incapacidad, llámenlo desidia, será mejor tratarla en otra ocasión.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Añadir usuarioContinuar leyendo aquí
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Flecha
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Periodista musical en radio, televisión y prensa escrita, ocupaciones evocadas en el libro ‘El mejor oficio del mundo’. Lo que no impide su dedicación ocasional a la novela negra, el cine, los comics, las series o la Historia.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos
Más información
Archivado En
Feed MRSS-S Noticias