La nueva moda de las películas basadas en novelas escritas al dictado de los fans

Durante años, una película podía estar basada en una novela y desarrollada por el director, el productor y los guionistas. Su visión autoral era lo que mandaba. Últimamente no tanto. Filmes como After (2020) o A través de mi ventana (2022) son éxitos en Netflix originarios de Wattpad, la plataforma de escritura más seguida del mundo. Sus usuarios pueden publicar novelas, relatos, poemas, ensayos… y otros miembros de la comunidad los leen, valoran, comparten y critican. Dan su feedback a la obra. Esta práctica es común en Estados Unidos desde 2018, cuando Netflix estrenó El stand de los besos (con Jacob Elordi) basada en los posts que conformaban la novela de Beth Reekles. En España el fenómeno acaba de comenzar.

Mala influencia pasó por cines en primavera, y Sigue mi voz se estrena la semana que viene: ambas historias nacieron en este soporte online, encargadas a los directores tras el éxito cosechado en internet. Las dos novelas originales se escribieron y publicaron a lo largo de cuatro años, hasta que se imprimió el libro. Los lectores interactuaron al instante con lo que se iba escribiendo: una obra quizá no colectiva pero sí comunitaria en la que se rompe el tradicional proceso de producción solitario. La red es gratuita y cuenta con 89 millones de usuarios mensuales que pasan unos 60 minutos por sesión. El 92% de sus consumidores son audiencia Z o milenial y al mes acumulan unos 26.000 millones de minutos de uso.

¿Y qué pasa a la hora de adaptarlo? “Sientes una gran responsabilidad. Hay gente que ama a estos personajes, que se los han imaginado antes que tú”, apunta Pablo Santidrián, codirector junto a Inés Pintor de Sigue mi voz. Según datos facilitados por la plataforma, Sigue mi voz, de Ariana Godoy, fue uno de los títulos más leídos durante el año pasado: más de 14 millones de minutos de lectura.

Con tantos millones de seguidores, adaptar Wattpad puede parecer una apuesta segura para el éxito. “Para nada. Aunque la historia tenga una gran base de seguidores, no significa que todos queden satisfechos con la adaptación. Parte del público puede no estar contento si se han hecho cambios, que los actores no se parezcan a los personajes que imaginaron”, responde Chloé Wallace, directora de Mala influencia.

¿Es esto un paso más en la temida muerte del autor, la cultura no ya hecha al dedillo para un consumidor, sino al dictado? La historia reciente está llena de fans que se han asociado para rechazar o modificar las obras canónicas que elaboraban los autores. La película de superhéroes La liga de la justicia se estrenó en 2017 y, en 2022, tuvo que reestrenarse una versión totalmente distinta, La liga de la justicia de Zack Snyder, por imposición de los seguidores del director original, que había sido reemplazado durante el rodaje. Paramount estrenó en abril de 2019 el trailer de su superproducción, Sonic la película, y el rechazo de los fans ante el diseño por ordenador de Sonic obligó a los productores a reimaginar al protagonista: la película que ya estaba prácticamente acabada pero le inyectaron unos millones de dólares adicionales para, en palabras del supervisor de efectos especiales, “los fans puedan sentirse un poco dueños del producto” .La nueva serie de Harry Potter en HBO nace con la promesa de ser estrictamente fiel a las obras literarias, como valor añadido que le faltaba a las películas de los dosmiles. El público pide delimitar la mano de los creadores para que produzcan los contenidos tal y como ellos desean. Esto asegura un tiro certero para las preferencias de los inversores: que funcione en taquilla. Eso sí, ir a lo seguro afecta a la sorpresa o a la genialidad de las obras, algunos de los fuertes de los productos culturales.

Vicente Monroy, escritor de varios ensayos sobre cine como Breve historia de la oscuridad: Una defensa de las salas de cine en la era del ‘streaming’, considera que rodar obras con un éxito previo refuerza el fanatismo y la infantilización del espectador. Este problema, dice, se basa en “la prolongación de la adolescencia, la estética de la inmadurez, la simplificación de los discursos culturales, la ausencia de ambigüedades, el creciente desprecio por el conocimiento y el descubrimiento en favor del placer inmediato y la cultura de masas”.

Endika Rey, profesor del Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona, también ha observado el fenómeno. “Es inevitable que cualquier persona con una profesión creativa sea influenciada por su entorno. El problema viene cuando esas opiniones, basadas en hipótesis sobre lo que podría venir, se convierten en datos y los datos se convierten en dogma”, apunta. Rey opina que una obra nunca debería construirse a partir de datos estadísticos o de ideas ajenas: “Un autor no puede ser un mero recopilador. Debe ser un puente entre las ideas que escribe y los lectores que las leen”. Pero, al mismo tiempo, enfatiza: “No tiene que ser malo de por sí; las nuevas y buenas ideas deben ser bienvenidas, pero distinguiendo las buenas ideas de las imposiciones”.

Seguir leyendo

 Durante años, una película podía estar basada en una novela y desarrollada por el director, el productor y los guionistas. Su visión autoral era lo que mandaba. Últimamente no tanto. Filmes como After (2020) o A través de mi ventana (2022) son éxitos en Netflix originarios de Wattpad, la plataforma de escritura más seguida del mundo. Sus usuarios pueden publicar novelas, relatos, poemas, ensayos… y otros miembros de la comunidad los leen, valoran, comparten y critican. Dan su feedback a la obra. Esta práctica es común en Estados Unidos desde 2018, cuando Netflix estrenó El stand de los besos (con Jacob Elordi) basada en los posts que conformaban la novela de Beth Reekles. En España el fenómeno acaba de comenzar.Mala influencia pasó por cines en primavera, y Sigue mi voz se estrena la semana que viene: ambas historias nacieron en este soporte online, encargadas a los directores tras el éxito cosechado en internet. Las dos novelas originales se escribieron y publicaron a lo largo de cuatro años, hasta que se imprimió el libro. Los lectores interactuaron al instante con lo que se iba escribiendo: una obra quizá no colectiva pero sí comunitaria en la que se rompe el tradicional proceso de producción solitario. La red es gratuita y cuenta con 89 millones de usuarios mensuales que pasan unos 60 minutos por sesión. El 92% de sus consumidores son audiencia Z o milenial y al mes acumulan unos 26.000 millones de minutos de uso.¿Y qué pasa a la hora de adaptarlo? “Sientes una gran responsabilidad. Hay gente que ama a estos personajes, que se los han imaginado antes que tú”, apunta Pablo Santidrián, codirector junto a Inés Pintor de Sigue mi voz. Según datos facilitados por la plataforma, Sigue mi voz, de Ariana Godoy, fue uno de los títulos más leídos durante el año pasado: más de 14 millones de minutos de lectura.Con tantos millones de seguidores, adaptar Wattpad puede parecer una apuesta segura para el éxito. “Para nada. Aunque la historia tenga una gran base de seguidores, no significa que todos queden satisfechos con la adaptación. Parte del público puede no estar contento si se han hecho cambios, que los actores no se parezcan a los personajes que imaginaron”, responde Chloé Wallace, directora de Mala influencia.¿Es esto un paso más en la temida muerte del autor, la cultura no ya hecha al dedillo para un consumidor, sino al dictado? La historia reciente está llena de fans que se han asociado para rechazar o modificar las obras canónicas que elaboraban los autores. La película de superhéroes La liga de la justicia se estrenó en 2017 y, en 2022, tuvo que reestrenarse una versión totalmente distinta, La liga de la justicia de Zack Snyder, por imposición de los seguidores del director original, que había sido reemplazado durante el rodaje. Paramount estrenó en abril de 2019 el trailer de su superproducción, Sonic la película, y el rechazo de los fans ante el diseño por ordenador de Sonic obligó a los productores a reimaginar al protagonista: la película que ya estaba prácticamente acabada pero le inyectaron unos millones de dólares adicionales para, en palabras del supervisor de efectos especiales, “los fans puedan sentirse un poco dueños del producto” .La nueva serie de Harry Potter en HBO nace con la promesa de ser estrictamente fiel a las obras literarias, como valor añadido que le faltaba a las películas de los dosmiles. El público pide delimitar la mano de los creadores para que produzcan los contenidos tal y como ellos desean. Esto asegura un tiro certero para las preferencias de los inversores: que funcione en taquilla. Eso sí, ir a lo seguro afecta a la sorpresa o a la genialidad de las obras, algunos de los fuertes de los productos culturales.Vicente Monroy, escritor de varios ensayos sobre cine como Breve historia de la oscuridad: Una defensa de las salas de cine en la era del ‘streaming’, considera que rodar obras con un éxito previo refuerza el fanatismo y la infantilización del espectador. Este problema, dice, se basa en “la prolongación de la adolescencia, la estética de la inmadurez, la simplificación de los discursos culturales, la ausencia de ambigüedades, el creciente desprecio por el conocimiento y el descubrimiento en favor del placer inmediato y la cultura de masas”.Endika Rey, profesor del Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona, también ha observado el fenómeno. “Es inevitable que cualquier persona con una profesión creativa sea influenciada por su entorno. El problema viene cuando esas opiniones, basadas en hipótesis sobre lo que podría venir, se convierten en datos y los datos se convierten en dogma”, apunta. Rey opina que una obra nunca debería construirse a partir de datos estadísticos o de ideas ajenas: “Un autor no puede ser un mero recopilador. Debe ser un puente entre las ideas que escribe y los lectores que las leen”. Pero, al mismo tiempo, enfatiza: “No tiene que ser malo de por sí; las nuevas y buenas ideas deben ser bienvenidas, pero distinguiendo las buenas ideas de las imposiciones”. Seguir leyendo  

Durante años, una película podía estar basada en una novela y desarrollada por el director, el productor y los guionistas. Su visión autoral era lo que mandaba. Últimamente no tanto. Filmes como After (2020) o A través de mi ventana (2022) son éxitos en Netflix originarios de Wattpad, la plataforma de escritura más seguida del mundo. Sus usuarios pueden publicar novelas, relatos, poemas, ensayos… y otros miembros de la comunidad los leen, valoran, comparten y critican. Dan su feedback a la obra. Esta práctica es común en Estados Unidos desde 2018, cuando Netflix estrenó El stand de los besos (con Jacob Elordi)basada en los posts que conformaban la novela de Beth Reekles. En España el fenómeno acaba de comenzar.

Mala influencia pasó por cines en primavera, y Sigue mi voz se estrena la semana que viene: ambas historias nacieron en este soporte online, encargadas a los directores tras el éxito cosechado en internet. Las dos novelas originales se escribieron y publicaron a lo largo de cuatro años, hasta que se imprimió el libro. Los lectores interactuaron al instante con lo que se iba escribiendo: una obra quizá no colectiva pero sí comunitaria en la que se rompe el tradicional proceso de producción solitario. La red es gratuita y cuenta con 89 millones de usuarios mensuales que pasan unos 60 minutos por sesión. El 92% de sus consumidores son audiencia Z o milenial y al mes acumulan unos 26.000 millones de minutos de uso.

¿Y qué pasa a la hora de adaptarlo? “Sientes una gran responsabilidad. Hay gente que ama a estos personajes, que se los han imaginado antes que tú”, apunta Pablo Santidrián, codirector junto a Inés Pintor de Sigue mi voz. Según datos facilitados por la plataforma, Sigue mi voz, de Ariana Godoy, fue uno de los títulos más leídos durante el año pasado: más de 14 millones de minutos de lectura.

Con tantos millones de seguidores, adaptar Wattpad puede parecer una apuesta segura para el éxito. “Para nada. Aunque la historia tenga una gran base de seguidores, no significa que todos queden satisfechos con la adaptación. Parte del público puede no estar contento si se han hecho cambios, que los actores no se parezcan a los personajes que imaginaron”, responde Chloé Wallace, directora de Mala influencia.

¿Es esto un paso más en la temida muerte del autor, la cultura no ya hecha al dedillo para un consumidor, sino al dictado? La historia reciente está llena de fans que se han asociado para rechazar o modificar las obras canónicas que elaboraban los autores. La película de superhéroes La liga de la justicia se estrenó en 2017 y, en 2022, tuvo que reestrenarse una versión totalmente distinta, La liga de la justicia de Zack Snyder, por imposición de los seguidores del director original, que había sido reemplazado durante el rodaje. Paramount estrenó en abril de 2019 el trailer de su superproducción, Sonic la película, y el rechazo de los fans ante el diseño por ordenador de Sonic obligó a los productores a reimaginar al protagonista: la película que ya estaba prácticamente acabada pero le inyectaron unos millones de dólares adicionales para, en palabras del supervisor de efectos especiales, “los fans puedan sentirse un poco dueños del producto” .La nueva serie de Harry Potter en HBO nace con la promesa de ser estrictamente fiel a las obras literarias, como valor añadido que le faltaba a las películas de los dosmiles. El público pide delimitar la mano de los creadores para que produzcan los contenidos tal y como ellos desean. Esto asegura un tiro certero para las preferencias de los inversores: que funcione en taquilla. Eso sí, ir a lo seguro afecta a la sorpresa o a la genialidad de las obras, algunos de los fuertes de los productos culturales.

Vicente Monroy, escritor de varios ensayos sobre cine como Breve historia de la oscuridad: Una defensa de las salas de cine en la era del ‘streaming’, considera que rodar obras con un éxito previo refuerza el fanatismo y la infantilización del espectador. Este problema, dice, se basa en “la prolongación de la adolescencia, la estética de la inmadurez, la simplificación de los discursos culturales, la ausencia de ambigüedades, el creciente desprecio por el conocimiento y el descubrimiento en favor del placer inmediato y la cultura de masas”.

Endika Rey, profesor del Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona, también ha observado el fenómeno. “Es inevitable que cualquier persona con una profesión creativa sea influenciada por su entorno. El problema viene cuando esas opiniones, basadas en hipótesis sobre lo que podría venir, se convierten en datos y los datos se convierten en dogma”, apunta. Rey opina que una obra nunca debería construirse a partir de datos estadísticos o de ideas ajenas: “Un autor no puede ser un mero recopilador. Debe ser un puente entre las ideas que escribe y los lectores que las leen”. Pero, al mismo tiempo, enfatiza: “No tiene que ser malo de por sí; las nuevas y buenas ideas deben ser bienvenidas, pero distinguiendo las buenas ideas de las imposiciones”.

 EL PAÍS

Interesante