La actriz de cine para adultos Bonnie Blue, cuyo documental en torno a sus hitos sexuales tanto está dando que hablar en Reino Unido, y la activista e impulsora de Femen Inna Shevchenko tienen un look similar. Ambas son delgadas y con sensuales melenas rubias. Podría parecer una paradoja, pero para el icono feminista tiene toda la lógica. Ella, nacida en el año 90 en una Ucrania que tenía preocupaciones muy diferentes a las actuales, es fruto de su tiempo, ha admitido en varias entrevistas. Cuenta que todas sus amigas de la infancia se casaron al poco de terminar el instituto, programadas para encontrar marido lo antes posible. Ese estándar de belleza formaba parte del algoritmo machista.
Shevchenko reconoce que las Femen originales alimentaron esa imagen, entendiéndola como un instrumento del patriarcado que resignificaban para usarlo en su contra. Ella misma lo explica muy bien en el capítulo dedicado a la ira femenina de Twist, gema enterrada entre las toneladas de contenido de las plataformas. Lo bueno de este formato seriado, que reúne las opiniones de varios creadores en torno a un mismo tema, es que es gratuito (sin planes básicos ni anuncios), al ser una idea original del canal público paneuropeo ARTE. Puedes verlo al completo en este mismo artículo.
Inna Shevchenko ha mostrado sus pechos en público, en contextos no ideados para complacer a los hombres; sin fingir placer ni deseo. Ha usado su cuerpo como pancarta para inscribir en él los lemas que gritaba en las calles y en las instituciones. En 2013, tuvo que pedir asilo en Francia tras derribar con una motosierra una cruz ortodoxa durante una de sus protestas en su país. Desde entonces, ha inspirado una de las más recientes encarnaciones de la Marianne, la metáfora de la perpetua búsqueda de la libertad francesa que aparece, también a pecho descubierto, en el cuadro La libertad guiando al pueblo de Delacroix. Hubo quien criticó que las facciones de una inmigrante representaran un símbolo nacional galo.
Aunque comparta estética y se proclame una mujer empoderada, la británica Bonnie Blue está en las antípodas de la ucraniana. Llamar libertad a convocar a 1.057 hombres para que se coloquen en fila india y se acuesten con ella ante una cámara es pura monetización (estajanovista, eso sí) del tabú. Con ella alimenta las mismas fantasías masculinas de las webs pornográficas. Es ese contenido el que Caroline Darian, hija de Gisèle Pelicot, consideraba hace unas semanas en el Hay Festival de Powys como uno de los responsables de que el ser al que ya no llama padre encontrara en tan pocos kilómetros a la redonda a cientos de hombres dispuestos a violar a una mujer inconsciente.
Bonni Blue cumple el mismo estereotipo estético de Inna Shevchenko, una de las impulsoras de Femen, pero la forma de cada una de recurrir a sus cuerpos desnudos está en las antípodas
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Bonnie Blue cumple el mismo estereotipo estético de Inna Shevchenko, una de las impulsoras de Femen, pero la forma de cada una de recurrir a sus cuerpos desnudos está en las antípodas


La actriz de cine para adultos Bonnie Blue, cuyo documental en torno a sus hitos sexuales tanto está dando que hablar en Reino Unido, y la activista e impulsora de Femen Inna Shevchenko tienen un look similar. Ambas son delgadas y con sensuales melenas rubias. Podría parecer una paradoja, pero para el icono feminista tiene toda la lógica. Ella, nacida en el año 90 en una Ucrania que tenía preocupaciones muy diferentes a las actuales, es fruto de su tiempo, ha admitido en varias entrevistas. Cuenta que todas sus amigas de la infancia se casaron al poco de terminar el instituto, programadas para encontrar marido lo antes posible. Ese estándar de belleza formaba parte del algoritmo machista.
Shevchenko reconoce que las Femen originales alimentaron esa imagen, entendiéndola como un instrumento del patriarcado que resignificaban para usarlo en su contra. Ella misma lo explica muy bien en el capítulo dedicado a la ira femenina de Twist, gema enterrada entre las toneladas de contenido de las plataformas. Lo bueno de este formato seriado, que reúne las opiniones de varios creadores en torno a un mismo tema, es que es gratuito (sin planes básicos ni anuncios), al ser una idea original del canal público paneuropeo ARTE. Puedes verlo al completo en este mismo artículo.
Inna Shevchenko ha mostrado sus pechos en público, en contextos no ideados para complacer a los hombres; sin fingir placer ni deseo. Ha usado su cuerpo como pancarta para inscribir en él los lemas que gritaba en las calles y en las instituciones. En 2013, tuvo que pedir asilo en Francia tras derribar con una motosierra una cruz ortodoxa durante una de sus protestas en su país. Desde entonces, ha inspirado una de las más recientes encarnaciones de la Marianne, la metáfora de la perpetua búsqueda de la libertad francesa que aparece, también a pecho descubierto, en el cuadro La libertad guiando al pueblo de Delacroix. Hubo quien criticó que las facciones de una inmigrante representaran un símbolo nacional galo.
Aunque comparta estética y se proclame una mujer empoderada, la británica Bonnie Blue está en las antípodas de la ucraniana. Llamar libertad a convocar a 1.057 hombres para que se coloquen en fila india y se acuesten con ella ante una cámara es pura monetización (estajanovista, eso sí) del tabú. Con ella alimenta las mismas fantasías masculinas de las webs pornográficas. Es ese contenido el que Caroline Darian, hija de Gisèle Pelicot, consideraba hace unas semanas en el Hay Festival de Powys como uno de los responsables de que el ser al que ya no llama padre encontrara en tan pocos kilómetros a la redonda a cientos de hombres dispuestos a violar a una mujer inconsciente.
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Sobre la firma

Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog ‘Doc&Roll’. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.
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