¿Es diferente el porno para mujeres que el porno comercial? Hablamos con quienes lo hacen

Antes de empezar a grabar una escena de sexo anal, la actriz porno Kasumi, de 28 años, comparte en sus redes sociales el menú de su día: agua de coco y gominolas. “Esto me proporciona mucha energía y evita que me sienta mareada. Además, estos alimentos no se digieren, por lo que no representan un problema para la grabación”, ahonda. Publica su mensaje antes de grabar una película de la productora de Erika Lust, una de las grandes referencias del llamado porno feminista.

Kasumi estudió cine y marketing, pero encontró en el porno un trabajo que le permitía actuar y ganar dinero con algo que asegura disfrutar. Durante la pandemia, se hizo famosa en OnlyFans compartiendo videos con su pareja. “Siempre he sentido que soy una persona muy sexual”, explica. Define el porno feminista como aquel que las mujeres desean hacer. En este tipo de producciones, siempre prevalecen el consentimiento y la transparencia a la hora de grabar. “Hacemos porno para mujeres porque, hasta ahora, se ha definido que el porno es para los hombres”, explicaba en un reportaje para S Moda la directora de porno feminista, Paulita Pappel.

En esto coincide, Last que asegura que el porno feminista surgió originalmente como una forma de reivindicar un género que tradicionalmente se ha considerado exclusivamente masculino y aportar una perspectiva diferente sobre cómo representamos el sexo. “Eso no significa que el porno feminista sea, de repente, porno para mujeres. En el porno feminista, mujeres, hombres y personas de cualquier género tienen el control sobre lo que hacen sexualmente; son dueños de su placer y se les trata como colaboradores sexuales iguales, no como objetos o máquinas sexuales”, asegura.

Sin embargo, este tipo de porno sigue siendo solo una muy pequeña parte de lo que se produce en la industria. Basta con teclear la palabra “porno” en internet para que, en cuestión de segundos, aparezcan más de 7.600 millones de resultados que dan acceso a portales con contenidos gratuitos. “El cambio en el comportamiento del consumidor es evidente: hoy en día, los espectadores son más intencionales con lo que ven, cómo acceden y si deciden pagar por el contenido”, afirman desde la productora.

Existen otras empresas, como PinkLabel.tv, Hardwerk, Lust Cinema, Pink & White y Wild Galaxies, entre otras, que se dedican a este tipo de producciones hechas por mujeres para mujeres. “Se estima que el contenido adulto ético y alternativo representa alrededor del 15% del mercado, un nicho que sigue creciendo a medida que evolucionan las preferencias de los consumidores”, aseguran desde el equipo de Lust.

El equipo de Lust graba unas 30 producciones al año. El set se sitúa en un polígono industrial a las afueras de Barcelona. Desde temprano, el equipo de producción ajusta los últimos detalles de Art of Anal: Sploosh, una escena basada en una fantasía de la actriz: su Romeo sale de una tarta y tienen sexo sobre ella. “Le preguntamos a la gente en nuestras redes qué harían con la tarta, y la mayoría dijo que se sentaría encima, así que decidimos hacer una película sobre esto”, explican desde producción.

Imagen del rodaje de la última película de Erika Lust.

El equipo está compuesto mayoritariamente por mujeres y personas no binarias. “Aquí me siento muy cómoda expresando mis límites y necesidades sin tener que asumirlo todo sola. En el porno convencional, seguramente tendría que enfrentar estas situaciones por mi cuenta; además, sé que muchas mujeres que comienzan desde cero no pueden elegir el tipo de rodajes en los que participan”, cuenta Kasumi.

En Erika Lust trabajan 49 personas. El 70% son mujeres, y en su mayoría extranjeras. La plataforma cuenta con 72.000 suscriptores activos, principalmente en Estados Unidos, Alemania, España, Reino Unido y Francia. “Las historias que contamos son tan diversas como la propia sexualidad humana, por lo que no imponemos una edad promedio a nuestros intérpretes. Nos aseguramos de que los actores sean mayores de edad y cumplan con los requisitos legales necesarios, y no existe un límite de edad superior: lo más importante es encontrar a la persona adecuada para dar vida a cada historia. No trabajamos con intérpretes menores de 21 años y, cuando son jóvenes, nos aseguramos de que comprendan plenamente el entorno en el que participan”, aseguran desde la productora.

Antes de grabar la escena de sexo, la directora y la coordinadora de intimidad se sientan con los actores para conversar sobre qué desean y qué no. Además, muestran los resultados de sus pruebas de ETS: la escena se grabará sin preservativo, acuerdo al que se llega durante la conversación inicial entre los actores y la coordinadora de intimidad, lo cual puede variar en cada caso.

La coordinadora de intimidad, productora de casting y sales manager en Erika Lust, Anarella Martínez-Madrid, cuenta que empezó a desempeñar este rol antes de que la figura del coordinador de intimidad existiera en Hollywood. “Siempre he trabajado desde el cuidado y el respeto. En el porno convencional hay prácticas que van en contra de las necesidades básicas de los actores, como grabar varias escenas al día sin descanso o sin garantizar una comida adecuada. Nosotros buscamos cambiar eso”, explica. “Para mí, la puesta en escena debe partir de lo que uno necesita y de lo que se quiere experimentar en la escena de sexo. No existe otra manera de hacer una película.”

“No se trata de una lucha de géneros ni de que las mujeres quieran dominar a los hombres. Es buscar condiciones dignas para todos”, define Martínez-Madrid. En la práctica, esto significa repensar cómo se rueda una escena. “En nuestras grabaciones casi no dirigimos la escena; permitimos que la espontaneidad y el placer sean protagonistas.”

Para ella, el problema no es el porno, sino la falta de educación sexual. “No hablamos de sexo de manera abierta en casa, en las relaciones o en los institutos”, argumenta, por lo que muchas personas recurren al porno como única fuente de información. Con esto en mente, sus producciones tratan al menos de avisar sobre la distancia que separa la ficción de la realidad. “Recuerdo que una directora quería poner un anuncio educativo al comienzo de una película explicando, por ejemplo, que no se puede tener sexo anal sin precauciones o que el sexo vaginal puede alterar el pH. Ese tipo de anuncios ayuda a educar y a que la gente no intente trasladar esas prácticas al ámbito personal sin conocimiento.” Esta escena no será distinta: “Durante el rodaje, los actores tuvieron sexo anal y, posteriormente, sexo oral. En postproducción, pondremos un anuncio que explique los riesgos que esta práctica conlleva y que no es recomendable realizarla de esa manera.”

En la productora de Erika Lust cuentan con coordinadora de intimidad.

El porno feminista en entredicho

A pesar de los esfuerzos por mejoras los aspectos más polémicos de la industria, concepto de porno feminista sigue generando un profundo debate. Hay quien opina que entre las escenas de las películas porno convencionales y las de las producciones de Lust hay muy poca diferencia: al fin y al cabo, con o sin anuncio educativo, actores y actrices muestran prácticamente lo mismo. Alejandro Villena, director del Proyecto de Salud Mental Piénsatelo Psicología, cuestiona el propio concepto de porno feminista. “No existe una base teórica ni un certificado que respalde el concepto de porno feminista. Lo que se comercializa es un discurso de una industria que gana dinero sin haber demostrado que sus prácticas sean saludables o éticas. Llamar a este porno feminista es una lavada de cara que, lejos de empoderar, legitima modelos machistas y la cosificación de las personas”, señala.

Villena destaca, por otra parte, que el consumo ocasional de porno no tiene efectos dañinos, pero que su uso excesivo puede condicionar la sexualidad de por vida. “El sexo no está diseñado para ser comercializado de manera compulsiva. La sexualidad está hecha para vivirse y disfrutarse a través del contacto físico real, y no mediante contenidos digitales que generan una recompensa inmediata y, finalmente, hábito.”

El Proyecto de Salud Mental Piénsatelo Psicología publicó un estudio sobre los efectos de la pornografía en adolescentes. La investigación concluye que el consumo frecuente de pornografía puede afectar la percepción de la sexualidad, las relaciones sociales y la salud mental. Entre las consecuencias señaladas se encuentran alteraciones neurocognitivas, problemas de autoestima, mayor aislamiento social y un incremento de comportamientos sexuales de riesgo. Algo más de la mitad de los adolescentes (el 54,1%) cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9% le gustaría poner en práctica lo que ha visto, según una encuesta presentada este martes por la ONG Save the Children. El informe, titulado (Des)información sexual: pornografía y adolescencia y hecho a partir de una encuesta a 1.753 jóvenes entre 13 y 17 años, revela además que el 62,5% ha tenido acceso a los contenidos de este tipo alguna vez en su vida. Este fenómeno también se extiende a los adultos jóvenes, según Fad Juventud, una de cada cuatro personas de entre 16 y 29 años consume pornografía con cierta frecuencia, destacando una notable diferencia entre hombres (28%) y mujeres (18%).

Villena subraya que la sexualidad real implica disfrute y conexión y que la pornografía a largo plazo conlleva todo lo contrario. “El uso elevado de pornografía está relacionado con sentimientos de soledad, problemas de salud mental y una dificultad creciente para regular las emociones de manera saludable, lo que afecta la autoestima y fomenta comportamientos de gratificación instantánea en detrimento de relaciones auténticas”.

Para el actor porno Romeo, de 32 años, el impacto del porno está mal enfocado. “El porno no es el problema, sino la falta de educación sexual”, afirma el canadiense. Romeo, que estudió negocios internacionales y se especializó en actuación, considera que la industria puede ser positiva o negativa según el entorno en el que se trabaje. “En el porno convencional, los intérpretes no tienen control sobre con quién trabajan ni cómo se desarrolla la escena. Aquí, en cambio, nos preguntan con quién queremos grabar y se prioriza nuestra comodidad. En muchas producciones convencionales, los actores son tratados como piezas de un engranaje, no como personas”, señala. También reconoce que, a pesar de la creciente discusión sobre modelos de porno más éticos, siguen existiendo prejuicios hacia quienes trabajan en la industria. “No le cuento a todo el mundo a qué me dedico, porque muchas personas se forman una opinión sobre mí sin entenderlo”, añade.

En España, no se requiere formación reglada para ser actor o actriz porno, pero sí existen talleres donde se enseñan técnicas de actuación, control corporal y cuidado físico. Los ingresos varían entre 300 y 500 euros por escena, aunque algunos actores experimentados alcanzan hasta 1.600 euros por jornada, según información publicada por El Confidencial. La creciente presencia de plataformas como OnlyFans también ha llevado a muchos a adquirir habilidades en marketing digital y creación de contenido.

Finalmente, en Barcelona, ajenos a todos estos debates, Romeo y Kasumi terminan agotados tras un par de horas de rodaje. Ha sido una grabación intensa en la que, finalmente, se han empleado unas 40 tartas. Solo falta filmar el final, en el que, como sucede casi siempre en estas películas, el clímax marca el cierre de la escena. Sin embargo, Romeo enfrenta algunas dificultades. Al percatarse de ello, la directora de intimidad pide a todo el equipo salir del estudio para crear un ambiente más íntimo. Con algo más de calma, la escena concluye como era de esperarse. “Nunca me ha costado acabar delante de la gente, pero con todo el cuerpo cubierto de tarta era complicado”, comenta Romeo mientras se cubre con una bata. Kasumi hace una observación más general: “No había sitios cómodos. Me ha costado pensar poses”. Con ambos actores ya en camerinos, el personal de producción se afana en limpiar el set de los restos de tarta.

Las tartas usadas para el rodaje de la película.

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 Antes de empezar a grabar una escena de sexo anal, la actriz porno Kasumi, de 28 años, comparte en sus redes sociales el menú de su día: agua de coco y gominolas. “Esto me proporciona mucha energía y evita que me sienta mareada. Además, estos alimentos no se digieren, por lo que no representan un problema para la grabación”, ahonda. Publica su mensaje antes de grabar una película de la productora de Erika Lust, una de las grandes referencias del llamado porno feminista.Kasumi estudió cine y marketing, pero encontró en el porno un trabajo que le permitía actuar y ganar dinero con algo que asegura disfrutar. Durante la pandemia, se hizo famosa en OnlyFans compartiendo videos con su pareja. “Siempre he sentido que soy una persona muy sexual”, explica. Define el porno feminista como aquel que las mujeres desean hacer. En este tipo de producciones, siempre prevalecen el consentimiento y la transparencia a la hora de grabar. “Hacemos porno para mujeres porque, hasta ahora, se ha definido que el porno es para los hombres”, explicaba en un reportaje para S Moda la directora de porno feminista, Paulita Pappel.En esto coincide, Last que asegura que el porno feminista surgió originalmente como una forma de reivindicar un género que tradicionalmente se ha considerado exclusivamente masculino y aportar una perspectiva diferente sobre cómo representamos el sexo. “Eso no significa que el porno feminista sea, de repente, porno para mujeres. En el porno feminista, mujeres, hombres y personas de cualquier género tienen el control sobre lo que hacen sexualmente; son dueños de su placer y se les trata como colaboradores sexuales iguales, no como objetos o máquinas sexuales”, asegura.Sin embargo, este tipo de porno sigue siendo solo una muy pequeña parte de lo que se produce en la industria. Basta con teclear la palabra “porno” en internet para que, en cuestión de segundos, aparezcan más de 7.600 millones de resultados que dan acceso a portales con contenidos gratuitos. “El cambio en el comportamiento del consumidor es evidente: hoy en día, los espectadores son más intencionales con lo que ven, cómo acceden y si deciden pagar por el contenido”, afirman desde la productora.Existen otras empresas, como PinkLabel.tv, Hardwerk, Lust Cinema, Pink & White y Wild Galaxies, entre otras, que se dedican a este tipo de producciones hechas por mujeres para mujeres. “Se estima que el contenido adulto ético y alternativo representa alrededor del 15% del mercado, un nicho que sigue creciendo a medida que evolucionan las preferencias de los consumidores”, aseguran desde el equipo de Lust.El equipo de Lust graba unas 30 producciones al año. El set se sitúa en un polígono industrial a las afueras de Barcelona. Desde temprano, el equipo de producción ajusta los últimos detalles de Art of Anal: Sploosh, una escena basada en una fantasía de la actriz: su Romeo sale de una tarta y tienen sexo sobre ella. “Le preguntamos a la gente en nuestras redes qué harían con la tarta, y la mayoría dijo que se sentaría encima, así que decidimos hacer una película sobre esto”, explican desde producción.El equipo está compuesto mayoritariamente por mujeres y personas no binarias. “Aquí me siento muy cómoda expresando mis límites y necesidades sin tener que asumirlo todo sola. En el porno convencional, seguramente tendría que enfrentar estas situaciones por mi cuenta; además, sé que muchas mujeres que comienzan desde cero no pueden elegir el tipo de rodajes en los que participan”, cuenta Kasumi.En Erika Lust trabajan 49 personas. El 70% son mujeres, y en su mayoría extranjeras. La plataforma cuenta con 72.000 suscriptores activos, principalmente en Estados Unidos, Alemania, España, Reino Unido y Francia. “Las historias que contamos son tan diversas como la propia sexualidad humana, por lo que no imponemos una edad promedio a nuestros intérpretes. Nos aseguramos de que los actores sean mayores de edad y cumplan con los requisitos legales necesarios, y no existe un límite de edad superior: lo más importante es encontrar a la persona adecuada para dar vida a cada historia. No trabajamos con intérpretes menores de 21 años y, cuando son jóvenes, nos aseguramos de que comprendan plenamente el entorno en el que participan”, aseguran desde la productora.Antes de grabar la escena de sexo, la directora y la coordinadora de intimidad se sientan con los actores para conversar sobre qué desean y qué no. Además, muestran los resultados de sus pruebas de ETS: la escena se grabará sin preservativo, acuerdo al que se llega durante la conversación inicial entre los actores y la coordinadora de intimidad, lo cual puede variar en cada caso.La coordinadora de intimidad, productora de casting y sales manager en Erika Lust, Anarella Martínez-Madrid, cuenta que empezó a desempeñar este rol antes de que la figura del coordinador de intimidad existiera en Hollywood. “Siempre he trabajado desde el cuidado y el respeto. En el porno convencional hay prácticas que van en contra de las necesidades básicas de los actores, como grabar varias escenas al día sin descanso o sin garantizar una comida adecuada. Nosotros buscamos cambiar eso”, explica. “Para mí, la puesta en escena debe partir de lo que uno necesita y de lo que se quiere experimentar en la escena de sexo. No existe otra manera de hacer una película.”“No se trata de una lucha de géneros ni de que las mujeres quieran dominar a los hombres. Es buscar condiciones dignas para todos”, define Martínez-Madrid. En la práctica, esto significa repensar cómo se rueda una escena. “En nuestras grabaciones casi no dirigimos la escena; permitimos que la espontaneidad y el placer sean protagonistas.”Para ella, el problema no es el porno, sino la falta de educación sexual. “No hablamos de sexo de manera abierta en casa, en las relaciones o en los institutos”, argumenta, por lo que muchas personas recurren al porno como única fuente de información. Con esto en mente, sus producciones tratan al menos de avisar sobre la distancia que separa la ficción de la realidad. “Recuerdo que una directora quería poner un anuncio educativo al comienzo de una película explicando, por ejemplo, que no se puede tener sexo anal sin precauciones o que el sexo vaginal puede alterar el pH. Ese tipo de anuncios ayuda a educar y a que la gente no intente trasladar esas prácticas al ámbito personal sin conocimiento.” Esta escena no será distinta: “Durante el rodaje, los actores tuvieron sexo anal y, posteriormente, sexo oral. En postproducción, pondremos un anuncio que explique los riesgos que esta práctica conlleva y que no es recomendable realizarla de esa manera.”El porno feminista en entredichoA pesar de los esfuerzos por mejoras los aspectos más polémicos de la industria, concepto de porno feminista sigue generando un profundo debate. Hay quien opina que entre las escenas de las películas porno convencionales y las de las producciones de Lust hay muy poca diferencia: al fin y al cabo, con o sin anuncio educativo, actores y actrices muestran prácticamente lo mismo. Alejandro Villena, director del Proyecto de Salud Mental Piénsatelo Psicología, cuestiona el propio concepto de porno feminista. “No existe una base teórica ni un certificado que respalde el concepto de porno feminista. Lo que se comercializa es un discurso de una industria que gana dinero sin haber demostrado que sus prácticas sean saludables o éticas. Llamar a este porno feminista es una lavada de cara que, lejos de empoderar, legitima modelos machistas y la cosificación de las personas”, señala.Villena destaca, por otra parte, que el consumo ocasional de porno no tiene efectos dañinos, pero que su uso excesivo puede condicionar la sexualidad de por vida. “El sexo no está diseñado para ser comercializado de manera compulsiva. La sexualidad está hecha para vivirse y disfrutarse a través del contacto físico real, y no mediante contenidos digitales que generan una recompensa inmediata y, finalmente, hábito.”El Proyecto de Salud Mental Piénsatelo Psicología publicó un estudio sobre los efectos de la pornografía en adolescentes. La investigación concluye que el consumo frecuente de pornografía puede afectar la percepción de la sexualidad, las relaciones sociales y la salud mental. Entre las consecuencias señaladas se encuentran alteraciones neurocognitivas, problemas de autoestima, mayor aislamiento social y un incremento de comportamientos sexuales de riesgo. Algo más de la mitad de los adolescentes (el 54,1%) cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9% le gustaría poner en práctica lo que ha visto, según una encuesta presentada este martes por la ONG Save the Children. El informe, titulado (Des)información sexual: pornografía y adolescencia y hecho a partir de una encuesta a 1.753 jóvenes entre 13 y 17 años, revela además que el 62,5% ha tenido acceso a los contenidos de este tipo alguna vez en su vida. Este fenómeno también se extiende a los adultos jóvenes, según Fad Juventud, una de cada cuatro personas de entre 16 y 29 años consume pornografía con cierta frecuencia, destacando una notable diferencia entre hombres (28%) y mujeres (18%).Villena subraya que la sexualidad real implica disfrute y conexión y que la pornografía a largo plazo conlleva todo lo contrario. “El uso elevado de pornografía está relacionado con sentimientos de soledad, problemas de salud mental y una dificultad creciente para regular las emociones de manera saludable, lo que afecta la autoestima y fomenta comportamientos de gratificación instantánea en detrimento de relaciones auténticas”.Para el actor porno Romeo, de 32 años, el impacto del porno está mal enfocado. “El porno no es el problema, sino la falta de educación sexual”, afirma el canadiense. Romeo, que estudió negocios internacionales y se especializó en actuación, considera que la industria puede ser positiva o negativa según el entorno en el que se trabaje. “En el porno convencional, los intérpretes no tienen control sobre con quién trabajan ni cómo se desarrolla la escena. Aquí, en cambio, nos preguntan con quién queremos grabar y se prioriza nuestra comodidad. En muchas producciones convencionales, los actores son tratados como piezas de un engranaje, no como personas”, señala. También reconoce que, a pesar de la creciente discusión sobre modelos de porno más éticos, siguen existiendo prejuicios hacia quienes trabajan en la industria. “No le cuento a todo el mundo a qué me dedico, porque muchas personas se forman una opinión sobre mí sin entenderlo”, añade.En España, no se requiere formación reglada para ser actor o actriz porno, pero sí existen talleres donde se enseñan técnicas de actuación, control corporal y cuidado físico. Los ingresos varían entre 300 y 500 euros por escena, aunque algunos actores experimentados alcanzan hasta 1.600 euros por jornada, según información publicada por El Confidencial. La creciente presencia de plataformas como OnlyFans también ha llevado a muchos a adquirir habilidades en marketing digital y creación de contenido.Finalmente, en Barcelona, ajenos a todos estos debates, Romeo y Kasumi terminan agotados tras un par de horas de rodaje. Ha sido una grabación intensa en la que, finalmente, se han empleado unas 40 tartas. Solo falta filmar el final, en el que, como sucede casi siempre en estas películas, el clímax marca el cierre de la escena. Sin embargo, Romeo enfrenta algunas dificultades. Al percatarse de ello, la directora de intimidad pide a todo el equipo salir del estudio para crear un ambiente más íntimo. Con algo más de calma, la escena concluye como era de esperarse. “Nunca me ha costado acabar delante de la gente, pero con todo el cuerpo cubierto de tarta era complicado”, comenta Romeo mientras se cubre con una bata. Kasumi hace una observación más general: “No había sitios cómodos. Me ha costado pensar poses”. Con ambos actores ya en camerinos, el personal de producción se afana en limpiar el set de los restos de tarta. Seguir leyendo  

Antes de empezar a grabar una escena de sexo anal, la actriz porno Kasumi, de 28 años, comparte en sus redes sociales el menú de su día: agua de coco y gominolas. “Esto me proporciona mucha energía y evita que me sienta mareada. Además, estos alimentos no se digieren, por lo que no representan un problema para la grabación”, ahonda. Publica su mensaje antes de grabar una película de la productora de Erika Lust, una de las grandes referencias del llamado porno feminista.

Kasumi estudió cine y marketing, pero encontró en el porno un trabajo que le permitía actuar y ganar dinero con algo que asegura disfrutar. Durante la pandemia, se hizo famosa en OnlyFans compartiendo videos con su pareja. “Siempre he sentido que soy una persona muy sexual”, explica. Define el porno feminista como aquel que las mujeres desean hacer. En este tipo de producciones, siempre prevalecen el consentimiento y la transparencia a la hora de grabar. “Hacemos porno para mujeres porque, hasta ahora, se ha definido que el porno es para los hombres”, explicaba en un reportaje para S Moda la directora de porno feminista, Paulita Pappel.

En esto coincide, Last que asegura que el porno feminista surgió originalmente como una forma de reivindicar un género que tradicionalmente se ha considerado exclusivamente masculino y aportar una perspectiva diferente sobre cómo representamos el sexo. “Eso no significa que el porno feminista sea, de repente, porno para mujeres. En el porno feminista, mujeres, hombres y personas de cualquier género tienen el control sobre lo que hacen sexualmente; son dueños de su placer y se les trata como colaboradores sexuales iguales, no como objetos o máquinas sexuales”, asegura.

Erika Lust

Sin embargo, este tipo de porno sigue siendo solo una muy pequeña parte de lo que se produce en la industria. Basta con teclear la palabra “porno” en internet para que, en cuestión de segundos, aparezcan más de 7.600 millones de resultados que dan acceso a portales con contenidos gratuitos. “El cambio en el comportamiento del consumidor es evidente: hoy en día, los espectadores son más intencionales con lo que ven, cómo acceden y si deciden pagar por el contenido”, afirman desde la productora.

Existen otras empresas, como PinkLabel.tv, Hardwerk, Lust Cinema, Pink & White y Wild Galaxies, entre otras, que se dedican a este tipo de producciones hechas por mujeres para mujeres. “Se estima que el contenido adulto ético y alternativo representa alrededor del 15% del mercado, un nicho que sigue creciendo a medida que evolucionan las preferencias de los consumidores”, aseguran desde el equipo de Lust.

El equipo de Lust graba unas 30 producciones al año. El set se sitúa en un polígono industrial a las afueras de Barcelona. Desde temprano, el equipo de producción ajusta los últimos detalles de Art of Anal: Sploosh, una escena basada en una fantasía de la actriz: su Romeo sale de una tarta y tienen sexo sobre ella. “Le preguntamos a la gente en nuestras redes qué harían con la tarta, y la mayoría dijo que se sentaría encima, así que decidimos hacer una película sobre esto”, explican desde producción.

Imagen del rodaje de la última película de Erika Lust.

El equipo está compuesto mayoritariamente por mujeres y personas no binarias. “Aquí me siento muy cómoda expresando mis límites y necesidades sin tener que asumirlo todo sola. En el porno convencional, seguramente tendría que enfrentar estas situaciones por mi cuenta; además, sé que muchas mujeres que comienzan desde cero no pueden elegir el tipo de rodajes en los que participan”, cuenta Kasumi.

En Erika Lust trabajan 49 personas. El 70% son mujeres, y en su mayoría extranjeras. La plataforma cuenta con 72.000 suscriptores activos, principalmente en Estados Unidos, Alemania, España, Reino Unido y Francia. “Las historias que contamos son tan diversas como la propia sexualidad humana, por lo que no imponemos una edad promedio a nuestros intérpretes. Nos aseguramos de que los actores sean mayores de edad y cumplan con los requisitos legales necesarios, y no existe un límite de edad superior: lo más importante es encontrar a la persona adecuada para dar vida a cada historia. No trabajamos con intérpretes menores de 21 años y, cuando son jóvenes, nos aseguramos de que comprendan plenamente el entorno en el que participan”, aseguran desde la productora.

Antes de grabar la escena de sexo, la directora y la coordinadora de intimidad se sientan con los actores para conversar sobre qué desean y qué no. Además, muestran los resultados de sus pruebas de ETS: la escena se grabará sin preservativo, acuerdo al que se llega durante la conversación inicial entre los actores y la coordinadora de intimidad, lo cual puede variar en cada caso.

La coordinadora de intimidad, productora de casting y sales manager en Erika Lust, Anarella Martínez-Madrid, cuenta que empezó a desempeñar este rol antes de que la figura del coordinador de intimidad existiera en Hollywood. “Siempre he trabajado desde el cuidado y el respeto. En el porno convencional hay prácticas que van en contra de las necesidades básicas de los actores, como grabar varias escenas al día sin descanso o sin garantizar una comida adecuada. Nosotros buscamos cambiar eso”, explica. “Para mí, la puesta en escena debe partir de lo que uno necesita y de lo que se quiere experimentar en la escena de sexo. No existe otra manera de hacer una película.”

“No se trata de una lucha de géneros ni de que las mujeres quieran dominar a los hombres. Es buscar condiciones dignas para todos”, define Martínez-Madrid. En la práctica, esto significa repensar cómo se rueda una escena. “En nuestras grabaciones casi no dirigimos la escena; permitimos que la espontaneidad y el placer sean protagonistas.”

Para ella, el problema no es el porno, sino la falta de educación sexual. “No hablamos de sexo de manera abierta en casa, en las relaciones o en los institutos”, argumenta, por lo que muchas personas recurren al porno como única fuente de información. Con esto en mente, sus producciones tratan al menos de avisar sobre la distancia que separa la ficción de la realidad. “Recuerdo que una directora quería poner un anuncio educativo al comienzo de una película explicando, por ejemplo, que no se puede tener sexo anal sin precauciones o que el sexo vaginal puede alterar el pH. Ese tipo de anuncios ayuda a educar y a que la gente no intente trasladar esas prácticas al ámbito personal sin conocimiento.” Esta escena no será distinta: “Durante el rodaje, los actores tuvieron sexo anal y, posteriormente, sexo oral. En postproducción, pondremos un anuncio que explique los riesgos que esta práctica conlleva y que no es recomendable realizarla de esa manera.”

En la productora de Erika Lust cuentan con coordinadora de intimidad.

El porno feminista en entredicho

A pesar de los esfuerzos por mejoras los aspectos más polémicos de la industria, concepto de porno feminista sigue generando un profundo debate. Hay quien opina que entre las escenas de las películas porno convencionales y las de las producciones de Lust hay muy poca diferencia: al fin y al cabo, con o sin anuncio educativo, actores y actrices muestran prácticamente lo mismo. Alejandro Villena, director del Proyecto de Salud Mental Piénsatelo Psicología, cuestiona el propio concepto de porno feminista. “No existe una base teórica ni un certificado que respalde el concepto de porno feminista. Lo que se comercializa es un discurso de una industria que gana dinero sin haber demostrado que sus prácticas sean saludables o éticas. Llamar a este porno feminista es una lavada de cara que, lejos de empoderar, legitima modelos machistas y la cosificación de las personas”, señala.

Villena destaca, por otra parte, que el consumo ocasional de porno no tiene efectos dañinos, pero que su uso excesivo puede condicionar la sexualidad de por vida. “El sexo no está diseñado para ser comercializado de manera compulsiva. La sexualidad está hecha para vivirse y disfrutarse a través del contacto físico real, y no mediante contenidos digitales que generan una recompensa inmediata y, finalmente, hábito.”

El Proyecto de Salud Mental Piénsatelo Psicología publicó un estudio sobre los efectos de la pornografía en adolescentes. La investigación concluye que el consumo frecuente de pornografía puede afectar la percepción de la sexualidad, las relaciones sociales y la salud mental. Entre las consecuencias señaladas se encuentran alteraciones neurocognitivas, problemas de autoestima, mayor aislamiento social y un incremento de comportamientos sexuales de riesgo. Algo más de la mitad de los adolescentes (el 54,1%) cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9% le gustaría poner en práctica lo que ha visto, según una encuesta presentada este martes por la ONG Save the Children. El informe, titulado (Des)información sexual: pornografía y adolescencia y hecho a partir de una encuesta a 1.753 jóvenes entre 13 y 17 años, revela además que el 62,5% ha tenido acceso a los contenidos de este tipo alguna vez en su vida. Este fenómeno también se extiende a los adultos jóvenes, según Fad Juventud, una de cada cuatro personas de entre 16 y 29 años consume pornografía con cierta frecuencia, destacando una notable diferencia entre hombres (28%) y mujeres (18%).

Villena subraya que la sexualidad real implica disfrute y conexión y que la pornografía a largo plazo conlleva todo lo contrario. “El uso elevado de pornografía está relacionado con sentimientos de soledad, problemas de salud mental y una dificultad creciente para regular las emociones de manera saludable, lo que afecta la autoestima y fomenta comportamientos de gratificación instantánea en detrimento de relaciones auténticas”.

Para el actor porno Romeo, de 32 años, el impacto del porno está mal enfocado. “El porno no es el problema, sino la falta de educación sexual”, afirma el canadiense. Romeo, que estudió negocios internacionales y se especializó en actuación, considera que la industria puede ser positiva o negativa según el entorno en el que se trabaje. “En el porno convencional, los intérpretes no tienen control sobre con quién trabajan ni cómo se desarrolla la escena. Aquí, en cambio, nos preguntan con quién queremos grabar y se prioriza nuestra comodidad. En muchas producciones convencionales, los actores son tratados como piezas de un engranaje, no como personas”, señala. También reconoce que, a pesar de la creciente discusión sobre modelos de porno más éticos, siguen existiendo prejuicios hacia quienes trabajan en la industria. “No le cuento a todo el mundo a qué me dedico, porque muchas personas se forman una opinión sobre mí sin entenderlo”, añade.

En España, no se requiere formación reglada para ser actor o actriz porno, pero sí existen talleres donde se enseñan técnicas de actuación, control corporal y cuidado físico. Los ingresos varían entre 300 y 500 euros por escena, aunque algunos actores experimentados alcanzan hasta 1.600 euros por jornada, según información publicada por El Confidencial. La creciente presencia de plataformas como OnlyFans también ha llevado a muchos a adquirir habilidades en marketing digital y creación de contenido.

Finalmente, en Barcelona, ajenos a todos estos debates, Romeo y Kasumi terminan agotados tras un par de horas de rodaje. Ha sido una grabación intensa en la que, finalmente, se han empleado unas 40 tartas. Solo falta filmar el final, en el que, como sucede casi siempre en estas películas, el clímax marca el cierre de la escena. Sin embargo, Romeo enfrenta algunas dificultades. Al percatarse de ello, la directora de intimidad pide a todo el equipo salir del estudio para crear un ambiente más íntimo. Con algo más de calma, la escena concluye como era de esperarse. “Nunca me ha costado acabar delante de la gente, pero con todo el cuerpo cubierto de tarta era complicado”, comenta Romeo mientras se cubre con una bata. Kasumi hace una observación más general: “No había sitios cómodos. Me ha costado pensar poses”. Con ambos actores ya en camerinos, el personal de producción se afana en limpiar el set de los restos de tarta.

Las tartas usadas para el rodaje de la película.

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