El resurgimiento de un Robbie Williams galáctico: «Soy el rey»

<p>No ha aparecido boca abajo deslizándose desde lo alto del escenario con los brazos abiertos como si formara una cruz invertida, como hizo en aquel<strong> mítico concierto en Knebworth Park, hace más de 20 años. </strong>Esta vez <strong>Robbie Williams </strong>ha tirado de épica galáctica, con una cuenta atrás que simulaba el lanzamiento de un cohete espacial (que era él) cantando <i>Rocket</i>, su nueva canción. Tras una intro plagada de reflexiones sobre la tecnología y la inteligencia artificial, con <i>visuals </i>en los que emergían Freddie Mercury, Bowie y hasta John Lennon, Robbie se ha presentado vestido de astronauta, el rey de los astronautas, con unas gafas espejadas XXL y rodeado de micrófonos cual <i>celebrity </i>para cantar con furia rockera este tema en el que se nota la mano de Tony Lommi de Black Sabbath.</p>

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 Desatado y descomunal, el cantante se ha marcado un show electrizante y divertidísimo en su único concierto en España  

No ha aparecido boca abajo deslizándose desde lo alto del escenario con los brazos abiertos como si formara una cruz invertida, como hizo en aquel mítico concierto en Knebworth Park, hace más de 20 años. Esta vez Robbie Williams ha tirado de épica galáctica, con una cuenta atrás que simulaba el lanzamiento de un cohete espacial (que era él) cantando Rocket, su nueva canción. Tras una intro plagada de reflexiones sobre la tecnología y la inteligencia artificial, con visuals en los que emergían Freddie Mercury, Bowie y hasta John Lennon, Robbie se ha presentado vestido de astronauta, el rey de los astronautas, con unas gafas espejadas XXL y rodeado de micrófonos cual celebrity para cantar con furia rockera este tema en el que se nota la mano de Tony Lommi de Black Sabbath.

Pero… Un momento… Que Robbie se sube a una estructura alada que le alza unos 20 metros para, ahora sí, lanzarse boca abajo casi casi como en Knebworth. Y el público enloquece. Toca el suelo, se quita el traje espacial y se queda en chándal rojo con camiseta de tirantes roja, que deja ver su brillante collar XL, muy de tipo de barrio.

Como si hiciera falta se presenta: «My name is Robbie fucking Williams!». Con toda su desbordante energía ha seguido con Let Me Entertainment You, un tema del 97 que rescata para autoproclamarse «el rey del entertainment«. Y vaya si lo es. «Vaaaamos», ha animado en español.

Así ha arrancado su único concierto en España, en el estadio del Español en Cornellà, en el que no ha agotado sus 40.000 localidades (se ha quedado en 32.000) aunque lo parecía por la entrega total de sus fans. Antes de dar el pistoletazo de salida al BRITPOP Tour el pasado 31 de mayo en Edimburgo, Robbie prometió que esta iba a ser su gira «más atrevida». Y todo ha sido XXXL, puro exceso, sobre todo en sus looks: Robbie astronauta, Robbie rosa fucsia estilo Barbie, Robbie chandalero, Robbie divino con abrigo cabaretero… Y Robbie en modo club de la comedia, que no ha parado de hablar con el público y enredarse en divertidos monólogos: «A veces me pregunto por qué hago esto. Y cuando os veo a vosotros, mi público… Recuerdo que no es por la gloria, que no es por el dinero (pausa dramática). Es porque tengo cuatro niños y necesito salir de casa». También ha protagonizado un surrealista diálogo con su yo adolescente, proyectado en IA en las pantallas, y ha soltado alguna pullita a Take That…

Para cantar Rock DJ, hit bailón donde los haya, Robbie se ha puesto un abrigo de pelo rojo y gafas de sol, rojas, claro. Un Robbie saltarín cual mono se ha ido subiendo a todas las barras y plataformas posibles del escenario.

Y ya totalmente crecido y descomunal ha abordado Love My Life, su canción de reafirmación personal, del ‘quiérete a ti mismo’: I am wonderful / I am magical / I am me (Soy maravilloso / soy mágico / soy yo). La compuso en 2016 después de pasar por rehabilitación dos veces. Casi parece el himno de su 2025, su año del resurgimiento: ha vuelto a los grandes estadios (desde 2018 no hacía un macrotour de estas dimensiones), protagoniza su propio biopic Better Man («habéis visto mi película?», ha preguntado a los fans), expone sus obras de arte en el Moco Museum de Londres (sí, hace dos décadas que Robbie desarrolla su faceta de artista plástico, pero se decidió a exponer en 2019) y sacará nuevo disco en otoño, del que va adelantando algunos temas en su gira.

En el ecuador del concierto Robbie se ha recorrido media pista para llegar al Stage C, un escenario tipo ring de boxeo en el centro del estadio. «Sabéis, Coldplay tiene un Stage C, lo vi y me dije: ‘yo también quiero un puto Stage C en mi show!». Ha cantado Supreme con esas reminiscencias al I will survive de Gloria Gaynor y todo el estadio ya coreaba Robbie, Robbie, Robbie… «Gracias amigos», ha contestado en su español en aumento.

Entonces ha invitado a su «nuevo mejor amigo» Thom Rylance, el simpático líder de la banda indie británica The Lottery Winners, que le ha acompañado con la guitarra. Otro momento cómico, hasta ha preguntado si había alguien de Madrid, riéndose con picardía. Robbie desatado.

Cuando ha vuelto al escenario principal sus ocho bailarinas le han recibido cual diosas egipcias vestidas de oro con una espectacular coreografía subidas a unas plataformas. Como las burbujas de Freixenet para celebrar su Millennium, divertida y buenrollora. Inspirada en la película de James Bond Solo se vive dos veces fue su primer hit en llegar al número 1 de las listas británicas (en 1998) después de dejar Take That. Y siempre funciona.

En un plisplás Robbie se ha cambiado de look para aparecer con unas plumas rosas y soltar: «Hay un rumor que me ha perseguido toda mi carrera. Muchas gente cree que secretamente soy gay». Y se ha vuelto a arrancar con otro monólogo en el que ha citado a Gary Barlow, ha confesado que él siempre será el «tío que está en medio de la pista de baile dándolo todo» y ha acabado con una lección: «Yo no soy cool, nunca he sido cool. Si intentáis ser cool, parad, es extenuante».

Con su traje fucsia, cinturón y zapatos incluidos, un Robbie-Barbie ha interpretado con absoluta elegancia el New York New York de Sinatra. Después se ha quitado la americana para quedarse en tirantes (rosas) y seguir dándolo todo con She’s the One y Kids, ese temazo que sacó con Kylie Minogue.

Dos horas de show, más de 20 canciones y un Robbie de 51 años que parecía haber regresado a los 90 y 2000, todo fuerza y diversión, aunque ahora sin sustancias.

Si ha empezado como un cohete, ha terminado como el ángel del Britpop, dejando su clásico Angel para el final. Y una sensación de que hay mucho Robbie para muchos años.

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