El inopinado resurgimiento de Roland Barthes provocado por el ‘podcast’ ‘Punzadas sonoras’

El sábado 1 de marzo una multitud de lectores, sobre todo jóvenes, se arremolinaba a las puertas de la librería Pérgamo en Madrid. Muchos se quedaron fuera del evento, esperando pacientemente bajo la lluvia, de modo que hubo que hacer un segundo pase, el equivalente libresco a llenar dos WiZinks (ahora Movistar Arena). No comparecía el escritor de moda, ni un poeta de Instagram o un influencer emergente. Se iba a hablar de un complejo pensador francés de la segunda mitad del siglo XX: Roland Barthes. Las ponentes sí están de moda: Paula Ducay e Inés García, graduadas en Filosofía y artífices del exitoso podcast Punzadas sonoras. En su programa han conseguido popularizar la figura de Barthes, tanto que la editorial Siglo XXI ha decidido reeditar sus Fragmentos de un discurso amoroso. “En la presentación, hasta nos hicieron firmar libros de Barthes como si fueran nuestros”, cuentan, divertidas, las podcasters. También se escucharon, en silencio, audios de entrevistas con el pensador. Un pequeño fenómeno filosófico.

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 Las graduadas en Filosofía Inés García y Paula Ducay logran llevar al pensador francés a las nuevas generaciones y propiciar la reedición de sus ‘Fragmentos de un discurso amoroso’ por la editorial Siglo XXI  

El sábado 1 de marzo una multitud de lectores, sobre todo jóvenes, se arremolinaba a las puertas de la librería Pérgamo en Madrid. Muchos se quedaron fuera del evento, esperando pacientemente bajo la lluvia, de modo que hubo que hacer un segundo pase, el equivalente libresco a llenar dos WiZinks (ahora Movistar Arena). No comparecía el escritor de moda, ni un poeta de Instagram o un influencer emergente. Se iba a hablar de un complejo pensador francés de la segunda mitad del siglo XX: Roland Barthes. Las ponentes sí están de moda: Paula Ducay e Inés García, graduadas en Filosofía y artífices del exitoso podcast Punzadas sonoras. En su programa han conseguido popularizar la figura de Barthes, tanto que la editorial Siglo XXI ha decidido reeditar sus Fragmentos de un discurso amoroso. “En la presentación, hasta nos hicieron firmar libros de Barthes como si fueran nuestros”, cuentan, divertidas, las podcasters. También se escucharon, en silencio, audios de entrevistas con el pensador. Un pequeño fenómeno filosófico.

Ducay y García se conocieron en la facultad y se hicieron muy amigas. En 2021 decidieron practicar lo filosófico lejos de las aulas y comenzaron a enviar una newsletter semanal, cada domingo a las 10 de la noche, sobre diferentes asuntos y lecturas. La cosa tuvo éxito y decidieron pasar al formato podcast (inspiradas por otro, Deforme semanal), que grabaron artesanalmente, en casa, con un móvil (maravillas de la técnica moderna). “El 24 de noviembre de 2021, un día que yo tenía el corazón rotísimo e Inés vino a recogerme, porque estaba desintegrada, compramos los Fragmentos en la librería La Central de Callao [Madrid]”, recuerda Ducay mientras repasa un cuadernito donde apunta todo lo relevante. Ahí también dice, en letra manuscrita, que en enero de 2022 comenzaron a grabar, vertebrando las conversaciones con las figuras que utiliza Barthes en los Fragmentos: Ausencia, Exuberancia, Abismarse, etc. Y la cosa, con ese tono cercano y coloquial de las que se conocen bien, sin imposturas radiofónicas ni intelectuales, acercando el pensamiento filosófico al oyente medio, también tuvo éxito. Tanto que pasaron de su casa a Radio Primavera Sound y a congregar a gente organizando eventos, clubes de lectura y talleres. Mientras tanto el virus barthesiano se iba extendiendo.

Roland Barthes, el 2 de abril de 1973 en el programa televisivo 'Apostrophes', de la televisión francesa.

¿Por qué Barthes? “¡Porque es el mejor!”, bromean. “Barthes no estaba tanto en la conversación: creo que se le había ignorado desde la academia. En la universidad solo se leen sus textos de semiótica, su parte más sistemática, la crítica literaria, los análisis de texto. Nos interesaban otras obras menores. En su día se dijo que no era serio que un académico del Collège de France hiciera un libro sobre el amor”, ahonda García. Cuando se publicó, en 1977, el libro, a pesar de no ser una lectura sencilla, fue un best seller en Francia: se vendieron alrededor de 100.000 copias. Una proeza para una obra de semiótica.

Tres años después, en 1980, Barthes, semiólogo, crítico literario, pensador estructuralista, moría en París atropellado por una furgoneta de lavandería en la Rue des Écoles, enfrente del Collège. Tenía 65 años. Durante su carrera había visto signos por todas partes, todo formaba parte de un sistema de signos. Sentenció la “muerte del autor”: el texto era independiente de la intención de quien lo escribe, el lector tiene un papel activo en su interpretación. Y si todo es signo, todo se puede leer e interpretar. En sus Mitologías(1957), por ejemplo, interpreta así la cultura popular, la moda, el deporte o la publicidad, también la masculinidad o la feminidad, y desvela las estructuras de poder subyacentes.

En los Fragmentos analiza el lenguaje del amor a través de fragmentos breves, que no siguen una narración convencional, donde examina los pensamientos, tensiones o emociones que rodean al enamoramiento, también las más desgarradas y dolorosas. “Barthes se centra en el amor pasional, el amor romántico no correspondido, y lo abstrae, es un sujeto que habla y un objeto amado”, explica García. “Así construye un discurso que no es de nadie y es de todos”. Es sorprendente cómo los lectores (los que hayan estado enamorados) pueden identificarse con lo que Barthes halla detrás de las palabras (y no solo palabras, también gestos, guiños, miradas, silencios)… y eso que nuestro amor parecía tan único y privado.

Paula Ducay (izquierda) e Inés García, del 'podcast' 'Punzadas sonoras', en la nave Bellver, de Madrid, el 5 de marzo.

“En la filosofía actual no hay grandes figuras, no se logra despertar el interés de un pensamiento genuino, de modo que se mira atrás. Pero muchas figuras procedentes de Mayo del 68, como Foucault, Deleuze, Derrida, dan síntomas de agotamiento por haber sido demasiado frecuentadas”, dice el filósofo José Luis Villacañas, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. En efecto, Foucault, Deleuze o Derrida proyectan una sombra alargada: es difícil visitar una exposición de arte contemporáneo donde no se les cite y su influencia es notoria en la cosmovisión actual, especialmente en las corrientes de izquierda. “Así que se recurre al segundo gran escalón de la filosofía en la segunda mitad del XX: ahí está Barthes”, añade el pensador.

El pensamiento de Barthes, centrado en la interpretación de los signos, está, para Villacañas, completamente vigente en esta época en la que los textos generados por la inteligencia artificial son “planos, sumamente trasparentes, evidentes, clarísimos. Barthes nos devuelve a un texto que es inimitable por la IA”. Lo mismo para las imágenes: “Barthes nos dijo que el punctum de una imagen [algo así como detalle que toca al espectador, en su libro La cámara lúcida] solo puede ser visto por quien pone ahí el centro mismo de su corazón”. La tecnología, desde luego, no tiene corazón. Por último, también está vigente el interés de Barthes por las culturas orientales que se ve en su libro El imperio de los signos, que ahora se materializa, dice el profesor, en películas como Perfect Days o la serie Shogun [podríamos añadir el actual furor por la comida asiática].

El interés por Barthes comienza a infectar a los creadores. Es el caso (en realidad a posteriori) del escritor y productor audiovisual Jacobo Bergareche, autor de Los días perfectos(Los Libros del Asteroide). “Después de publicar el libro, todo el mundo me recomendaba los Fragmentos de Barthes. Cuando lo leí tuve la sensación de que lo había plagiado de forma inconsciente, de que todo mi libro estaba allí”, dice. Enumera el escritor algunas aportaciones valiosas, como esa necesidad de mitificar las imperfecciones del ser amado para hacerle único, o la tendencia a darle estructura de relato a nuestras experiencias en el amor. “Al final estamos enamorados de nuestro propio deseo”, dice Bergareche.

La cineasta Elena López Riera, autora de El agua o Las novias del sur, llegó a Barthes en la universidad y le resultó fundamental por la manera como se aproximaba a la literatura: “No como estructura limitada sino como un terreno de experimentación, un terreno en el que la poesía, la filosofía, la teoría de la literatura, la sociología y la política se imbricaban constantemente”, dice. A la directora le influyó notablemente la idea barthesiana de que los lectores o espectadores pueden “apropiarse libremente de la obra, aportando así diferentes niveles de lectura”. En cuanto a los Fragmentos: “En mi opinión, en esta obra Barthesdesafía la enquistada reticencia de gran parte de la intelligentsia a considerar el vasto espacio de los afectos como un objeto de estudio legítimo”, concluye López Riera.

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