<p>Después del Goya, del reconocimiento como uno de los grandes actores del año, Eduard Fernández ha ganado el Premio Nacional de Cinematografía que entrega el Ministerio de Cultura</p>
El actor catalán había ganado el Goya y todos los premios de la temporada por su papel en ‘Marco’
A Eduard Fernández (Barcelona, 1964) la llamada del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, le llegó esta mañana, en el momento en el que empezaba a ensayar una serie aún por anunciar. Descolgó el móvil y se encontró con el anuncio de que había ganado el Premio Nacional de Cinematografía 2025. Unos meses después del Goya, del Feroz y del Gaudí. De Marco y de El 47. También de la Medalla de Oro de las Bellas Artes y de la Creu Sant Jordi. Colgó y volvió al ensayo. Como si nada hubiera pasado.
«Se lo comento a estos y al rato me encuentro 50.000 mensajes, me dicen que va a venir la tele y yo no sabía muy bien por qué. Y ahora está lloviendo, con truenos. El día digamos que ha sido particular». La voz que resuena al otro lado del teléfono, con particular gravedad en el tono es la del actor catalán, que acaba de entrar en una lista, la del Premio Nacional, en la que convive con Javier Bardem, Marisa Paredes, Fernando Fernán-Gómez, José Sacristán, Carlos Saura, Isabel Coixet o Carmen Maura. «Hostia, dicho así impresiona y es bonito. Es un orgullo estar ahí y me acuerdo mucho de mi madre. Qué pena que no esté aquí, con la ilusión que le hubiera hecho ver esto».
Lo que su madre hubiera visto es el año redondo de un hijo, actor que estudio mimo y se inició en teatro con Els Joglars gracias a un aviso accidental de un amigo para que se presentara a una prueba. Un jueves cualquiera que fue la semilla del ganador de cuatro goyas y uno de los intérpretes más respetados en la industria del cine. «Ahora pienso que he hecho mi camino en la vida y eso es bonito», arranca. Y sigue: «Si yo estudié para mimo fue porque nunca pensé que nadie me iba a llamar para nada. Yo nunca creí en esto, pero iba al cine y quería ser Marlo Brando porque de niño uno siempre quiere ser la hostia en sus sueños. Y, mira, aquí estamos», apunta Eduard Fernández. Como si ese estar ya fuera suficiente.
- ¿El chaval que empezó en esto algún día se imaginó estar dónde estamos?
- Yo no sabía ni lo que soñaba, solo me estaba buscando. Sí que soñaba con subir a un escenario, que el público sintiera y que la gente se emocionase. Ahora sueño con seguir trabajando, con dirigir una película o escribir un guion, con trabajar con una directora novel. Un actor, como yo he hecho, tiene que hacer siempre cosas que ni se imagina. Cuando te dan un premio es bonito, parece que te quieren más, te llaman mucho. Pero luego viene el día a día y hay que volver otra vez a ensayar, a esta profesión tan cabrona. Este premio parece que es como haber llegado a algún sitio, pero mañana será mañana y volveré a ensayar. Porque lo mejor de este oficio, el premio más grande, es seguir trabajando. Y, aún más grande, poder elegir porque tienes ofertas.
- ¿Qué siente siendo uno de esos privilegiados?
- Pues mucho agradecimiento porque creo que además de los méritos que uno pueda tener también interviene la casualidad. Que un colega me llamara para probar en Els Joglars, que Mariano [Barroso] me diese ese gran papel [el de Los lobos de Washington] y que fuera con Bardem, entrar en el cine por una puerta agradable, bonita e importante. Está muy bien el arte, el cine, las cámaras y las maravillas, pero esto es un oficio y hay que aprender el día a día, bajar al suelo y que este sea estable
- Este ha sido su año de reconocimiento y de honor con la retahíla de premios, pero en su carrera ha estado la depresión, las adicciones, los problemas personales, la ansiedad… Poniendo ambos en una balanza. ¿Le ha merecido la pena?
- Vivir merece la pena y esto es mi vida. En la vida hay de todo, momentos buenos, malos… Estamos en una sociedad que quiere quitarse todo lo negativo, todo lo malo. Señores y señoras, no todo en la vida puede ser bueno. La vida también va de seguir adelante con lo malo y lo regular, ser uno mismo.
- Ahora me dirá eso de que los premios no importan tanto, pero…
- Claro, que me importan. Me gusta mucho recibirlos aunque diga que su importancia es relativa. Pero esa importancia está y yo me siento muy reconocido. Este en concreto es muy tocho, pero este me ha pillado fuera de juego porque no estaba nominado ni nada de eso.
- ¿Cuánto le ha costado ser Eduard Fernández entre todos su personajes?
- Me ha costado 60 años.
- ¿Hemos descubir al verdadero Eduard Fernández?
- Venga, hoy sí, hoy podemos decirlo. Mi yo actor y personal son bastante el mismo en este momento. He dejado de luchar, uno tiene que ser como es, con lo que te gusta y con lo que no te gusta. Y si dejas de luchar lo que no te gusta igual no es tan malo.
- ¿Sigue teniendo eso de sentirse en cada proyecto un principiante en la profesión?
- Hay dos partes. Una, desde hace un tiempo, noto que bueno que tengo un peso por la edad, por las tablas, por lo vivido en lo personal y lo profesional. Y luego está, sí, que cada papel es como empezar de nuevo. Y eso realmente es así aunque ahora tengo más herramientas.
- Este premio está asociado a Enric Marco y Manolo Vital, sus dos personajes en ‘Marco’ y ‘El 47’. ¿Cuánto hay de ese líder político vecinal y de ese estafador en usted? Porque son dos cualidades que le han acompañado en buena parte de su carrera
- Los actores tenemos a todas las personas dentro, como cualquiera. El asesino también lo tenemos dentro y por eso hay que cuidarse. Esta es una cuestión de abrir o cerrar según qué cajones. De Manolo Vital tengo lo esperanzador y lo hermético. Pero también tengo algo de embaucador, de charlatán, de vendedor. Soy mediterráneo al fin y al cabo éramos grandes vendedores. Pero tengo tanto de tantos
- ¿Cómo se lleva que a uno le consideren un tótem, una estrella, en su profesión?
- Yo tengo una edad y sé que todo se pasa y todo queda. Yo he pasado ya un poco por todo, nada me va a pillar de nuevas. Es más fácil aguantar un subidón con 60 años, los chavales de 20 lo tienen más complicado. Si yo he trabajado tanto en mi vida, mis papeles,es porque me daba mucho pudor mostrarme porque pensaba que no tenía nada que decir a nadie de ahí arriba. Así que todo eso que dicen de mí lo siento un poco ajeno. Si es bueno, me alegro mucho. Y si no, pues yo que sé.
Y, así, como si nada, sigue la vida de Eduard Fernández.
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