A María Félix le gustaba coleccionar joyas y frases lapidarias. La Doña, la más bella entre las bellas, la mujer “con corazón de hombre”, es patrimonio de la cultura mexicana y un mito (el de la fiera) universal. El MoMA de Nueva York ha dedicado un ciclo de películas a la actriz y entre las obras seleccionadas por el museo está la imprescindible Enamorada (1946), título que también figura en el excelente ciclo de 50 películas organizado este verano por la Casa de México de España.
Dirigida por Emilio Indio Fernández, Enamorada fue la primera colaboración entre el cineasta y Félix. La historia es la de uno de esos amores locos de la era dorada del cine mexicano, aunque con el añadido de todo lo que tocaba con su presencia Félix. Ella es Beatriz Peñafiel, una belleza de provincias que enloquece a un general revolucionario. Hija de un acaudalado señor de Cholula (Puebla), Beatriz es una mujer temperamental y aguerrida que desprecia a los zapatistas que han tomado su pueblo. La perseverancia y entrega del general José Juan Reyes, interpretado por Pedro Armendáriz, acabará domando a la fiera.
Con sus ojos desorbitados, el lunar en la cara y las cejas a lo Escarlata O’Hara (es decir, capaz de levantar una por encima de la otra), el porte de María Félix sigue resultando único por la mezcla de belleza e inteligencia que destila. “Los hombres no me escogieron a mí, yo escogí a mis hombres. Por eso he sido tan feliz”, decía la actriz con su habitual tono desafiante. Su personaje en Enamorada es el de una mujer altiva y desdeñosa que se deja conquistar mientras encandila, literalmente, a tortazos. “Beatriz, aprenda a dominarse”, le dice el cura del pueblo.
El aura impenetrable de María Félix recorre toda la película, como sucede con ese primerísimo primer plano de sus ojos mientras unos mariachis cantan La malagueña y que es, al igual que el resto de la película, historia del cine mexicano. Aunque Enamorada tome prestadas más de una idea del amor loco de Josef von Sternberg en Morocco (el nombre de la amada tallado en la mesa de un bar, el collar de perlas, la huida final…) su personalidad se impone de la mano de la siempre imponente Doña.
A María Félix le gustaba coleccionar joyas y frases lapidarias. La Doña, la más bella entre las bellas, la mujer “con corazón de hombre”, es patrimonio de la cultura mexicana y un mito (el de la fiera) universal. El MoMA de Nueva York ha dedicado un ciclo de películas a la actriz y entre las obras seleccionadas por el museo está la imprescindible Enamorada (1946), título que también figura en el excelente ciclo de 50 películas organizado este verano por la Casa de México de España.Dirigida por Emilio Indio Fernández, Enamorada fue la primera colaboración entre el cineasta y Félix. La historia es la de uno de esos amores locos de la era dorada del cine mexicano, aunque con el añadido de todo lo que tocaba con su presencia Félix. Ella es Beatriz Peñafiel, una belleza de provincias que enloquece a un general revolucionario. Hija de un acaudalado señor de Cholula (Puebla), Beatriz es una mujer temperamental y aguerrida que desprecia a los zapatistas que han tomado su pueblo. La perseverancia y entrega del general José Juan Reyes, interpretado por Pedro Armendáriz, acabará domando a la fiera.Con sus ojos desorbitados, el lunar en la cara y las cejas a lo Escarlata O’Hara (es decir, capaz de levantar una por encima de la otra), el porte de María Félix sigue resultando único por la mezcla de belleza e inteligencia que destila. “Los hombres no me escogieron a mí, yo escogí a mis hombres. Por eso he sido tan feliz”, decía la actriz con su habitual tono desafiante. Su personaje en Enamorada es el de una mujer altiva y desdeñosa que se deja conquistar mientras encandila, literalmente, a tortazos. “Beatriz, aprenda a dominarse”, le dice el cura del pueblo.El aura impenetrable de María Félix recorre toda la película, como sucede con ese primerísimo primer plano de sus ojos mientras unos mariachis cantan La malagueña y que es, al igual que el resto de la película, historia del cine mexicano. Aunque Enamorada tome prestadas más de una idea del amor loco de Josef von Sternberg en Morocco (el nombre de la amada tallado en la mesa de un bar, el collar de perlas, la huida final…) su personalidad se impone de la mano de la siempre imponente Doña. Seguir leyendo
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos
El MoMA de Nueva York ha dedicado un ciclo de películas a la actriz y entre las obras seleccionadas está ‘Enamorada’, título que también figura en el excelente ciclo organizado este verano por la Casa de México de España


A María Félix le gustaba coleccionar joyas y frases lapidarias. La Doña, la más bella entre las bellas, la mujer “con corazón de hombre”, es patrimonio de la cultura mexicana y un mito (el de la fiera) universal. El MoMA de Nueva York ha dedicado un ciclo de películas a la actriz y entre las obras seleccionadas por el museo está la imprescindible Enamorada (1946), título que también figura en el excelente ciclo de 50 películas organizado este verano por la Casa de México de España.

Dirigida por Emilio Indio Fernández, Enamorada fue la primera colaboración entre el cineasta y Félix. La historia es la de uno de esos amores locos de la era dorada del cine mexicano, aunque con el añadido de todo lo que tocaba con su presencia Félix. Ella es Beatriz Peñafiel, una belleza de provincias que enloquece a un general revolucionario. Hija de un acaudalado señor de Cholula (Puebla), Beatriz es una mujer temperamental y aguerrida que desprecia a los zapatistas que han tomado su pueblo. La perseverancia y entrega del general José Juan Reyes, interpretado por Pedro Armendáriz, acabará domando a la fiera.

Con sus ojos desorbitados, el lunar en la cara y las cejas a lo Escarlata O’Hara (es decir, capaz de levantar una por encima de la otra), el porte de María Félix sigue resultando único por la mezcla de belleza e inteligencia que destila. “Los hombres no me escogieron a mí, yo escogí a mis hombres. Por eso he sido tan feliz”, decía la actriz con su habitual tono desafiante. Su personaje en Enamorada es el de una mujer altiva y desdeñosa que se deja conquistar mientras encandila, literalmente, a tortazos. “Beatriz, aprenda a dominarse”, le dice el cura del pueblo.

El aura impenetrable de María Félix recorre toda la película, como sucede con ese primerísimo primer plano de sus ojos mientras unos mariachis cantan La malagueña y que es, al igual que el resto de la película, historia del cine mexicano. Aunque Enamorada tome prestadas más de una idea del amor loco de Josef von Sternberg en Morocco (el nombre de la amada tallado en la mesa de un bar, el collar de perlas, la huida final…) su personalidad se impone de la mano de la siempre imponente Doña.
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Sobre la firma

Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 ‘Historia de Nuestro Cine’. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
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