Cómo la actual etapa asexual de Hollywood puede afectar nuestras fantasías eróticas

La historia de Hollywood ha tenido todo tipo de relaciones y comportamientos en torno al sexo. La industria ha sido pudorosa, aventurera, picante, seductora, pacata, obsesiva, romántica, juguetona. Generaciones y generaciones de espectadores crecieron viendo esas escenas, más o menos explícitas, y es casi seguro que en algún momento de sus vidas adoptaron algunas de las actitudes erótico-sexuales que la gran pantalla proponía. Durante mucho tiempo, y antes de que la pornografía se popularizara, el cine era la única ventana de fácil acceso que se abría al mundo de la intimidad entre dos o más personas.

Es muy probable que el ya mítico beso en el coche, cuando una pareja que empieza a conocerse se separa tras pasar una velada juntos, y que da el pistoletazo de salida a una posible relación, se lo debamos a los guionistas y no a nuestra iniciativa en materia de seducción. Porque durante mucho tiempo, el cine sirvió para copiar modelos de comportamiento (también en el terreno erótico y sentimental), o para fantasear con las actrices y actores de Hollywood, que parecían haber sido fabricados con un control de calidad mucho más exigente que el del resto de la población.

Últimamente, sin embargo, el cine parece abrazar la asexualidad. Las escenas subidas de tono, herederas de los prometedores dos rombos de antaño, han desaparecido de los guiones bajo la nueva filosofía de que el sexo ya no vende; y los que ahora van al cine están más interesados en la acción, los efectos especiales, el gore o los superhéroes.

Un estudio realizado en 2024 para The Economist por Stephen Follows, productor audiovisual, analista y consultor de la industria cinematográfica, revela que el sexo y las escenas con desnudos han descendido notoriamente en la industria audiovisual. En concreto, hasta un 40% desde el inicio de siglo. El trabajo añade, además, que las películas que no contienen ningún tipo de desnudo o escena sexual han pasado a ser el 50%, en comparación con el 20% que había en el año 2000. Y recalca que en las cintas de acción o thrillers este porcentaje sube hasta el 70%.

Atrás ha quedado esa fe ciega que Hollywood tenía en ese erotismo para todos los públicos, en esas películas escándalo, tan propias de los ochenta y noventa, en las que la gente iba a contemplar el prometedor striptease de Kim Basinger en Nueve semanas y media (1986) o comprobar si, efectivamente, se le veía algo a Sharon Stone cuando cruzaba las piernas en Instinto básico (1992). Escenas que, generalmente, quedaban en un coitus interruptus, pero que servían para publicitar el filme a bombo y platillo y atraer a la audiencia.

Sharon Stone, en su ya mítico cruce de piernas en la película 'Instinto básico' (1992).

“En Hollywood hay un antes y un después del movimiento Me Too”, cuenta Juan Luis Sánchez, periodista, escritor y crítico de cine en DeCine21.com, “porque concienció a la gente de cómo la industria se aprovechaba de las mujeres, de la profusión de desnudos femeninos (que no de masculinos) y del papel de muchos productores, que abusaban de las actrices, y no solo Weinstein. Y como consecuencia de este escándalo surgió la figura del coordinador de intimidad, un profesional que debe estar presente durante el rodaje de escenas tórridas para que todo se haga de manera correcta y con consentimiento. Todo esto encareció mucho las escenas de sexo, porque se tardan más en rodar». A lo que Sánchez añade: “Sin contar también con que los actores piden más garantías y cláusulas a la hora de filmarlas. Si a esto le sumamos el hecho de que el ansia por ver sexo puede ser saciada de inmediato con la pornografía, entenderemos por qué el cine comercial se ha vuelto tan casto”.

Sin sexo en el cine, en las series y en la literatura

En un primer momento, la sexualidad, al no verse ya bienvenida en la gran pantalla, emigró a las series, que se llenaron de momentos libidinosos y explícitos. Como apunta Sánchez, “la productora HBO se caracterizó por cargar las tintas en este asunto. Estaba Juego de tronos, que en sus primeras temporadas abusaba de las escenas de cama, aunque estas se fueron suprimiendo con el paso del tiempo. En Los Soprano había siempre que meter el local de striptease, aunque fuera con calzador, para que saliera una mujer desnuda. Sin embargo, ese destape también llegó a su fin en la mayoría de las series. Actualmente, Euphoria, de temática adolescente, y The Boys y Gen V, en torno a los superhéroes, son las series que contienen más escenas sexuales, pero es un tipo de sexo más marginal, con orgías y brutalidades”, aclara el crítico de cine.

Y, si en el universo audiovisual se echa de menos algo de lujuria y romanticismo, en el de las letras ocurre algo parecido, aunque 50 sombras de Grey haya logrado excitar las libidos más pedestres y sin muchas exigencias literarias.

Dakota Johnson y Jamie Dornan, en una escena de la película '50 sombras de Grey', que en 2015 adaptó la novela de la autora británica E. L. James, de 2011.

Pedro Antonio Curto es periodista y escritor. También de novela erótica. Con Los amantes del hotel Tirana (Ediciones Irreverentes) ganó el IV Premio Ciudad Ducal de Loeches, y Los viajes de Eros y El tango de la ciudad herida son dos de sus obras eróticas que figuran en las mejores antologías de este género. “La pornografía se ha comido al erotismo en el cine y también en la literatura”, apunta. “El porno está asociado a la imagen, mientras el erotismo está más ligado a profundizar, a provocar sensaciones. Es algo más sutil que se está perdiendo. La sensualidad en el cine ha contribuido a crear el imaginario erótico, nos ha ayudado a fabricar nuestras fantasías, porque la imagen es siempre muy potente. Pero no debe ser demasiado explícita porque debe dejar su lugar para que la imaginación trabaje”, sentencia el también ganador de diversos premios literarios, entre ellos el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández.

Curto reconoce que el cine le ha influenciado mucho en su labor de escritor erótico. “Recuerdo películas que me han marcado, como El imperio de los sentidos (1976) o El amante (1992); pero la literatura erótica es, a día de hoy, algo muy marginal. Ya no hay grandes colecciones de este género. Quizás ahora tiene más tirón el cómic erótico, pero porque es más visual y se acerca al porno”.

¿Ha cambiado la idea de lo que es erótico?

Los sexólogos suelen recomendar libros y películas eróticas a sus pacientes, por eso deben recurrir a ediciones como La Sonrisa Vertical o a cintas de veinte años atrás. “Lo que resulta más complicado aprender en sexualidad no son las prácticas sexuales, sino la parte erótico-sentimental, porque el erotismo es algo que tiene que ver con la intencionalidad de provocar excitación en el otro. Es algo sutil y creativo, donde el tiempo es determinante, porque no es cuestión de ir directamente al acto sexual sino recrearse en todo lo que hay alrededor, por eso se habla también de juego”, explica Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga clínica y terapeuta del Centro Máxima, en Barcelona. “Este aprendizaje lo hacemos sobre todo a través de modelos, de conductas que vemos en otras personas, o en artes, como el cine o la literatura”, sostiene quien además es directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica.

Kim Basinger, en la escena del 'striptease' de la película 'Nueve semanas y media' (1986).

“Sin embargo, últimamente, el erotismo está cada vez menos presente en la sociedad, y parte del trabajo del cine es reflejar lo que está ocurriendo en el momento actual”, continúa Molero, también presidenta de honor de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS). “Los jóvenes tienen menos relaciones sexuales que sus padres o abuelos, y no solo con otras personas sino consigo mismos. Les cuesta conectar, comunicarse, fantasear. Claro que también cabe preguntarse si el concepto de lo que es erótico ha cambiado. Tal vez lo que a nosotros nos parecía erótico cincuenta años atrás ya no lo sea para las nuevas generaciones, que lo encuentran en los bailes latinos (bachata o kizomba) o en el sexting. Lo que es seguro es que sin la dimensión erótica nos estamos perdiendo algo muy importante, yo diría que la esencia del placer”.

Mientras el deseo, empachado de fast food e imágenes explícitas, anhela bocados más gourmets, Juan Luís Sánchez responde sobre si la erótica volverá a la gran pantalla: “Seguramente. El wokismo está en franca recesión y cuando desaparezca volverá una nueva época de sexo, de imágenes libidinosas, no solo para un pequeño porcentaje de la población, sino para la gran mayoría”.

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La historia de Hollywood ha tenido todo tipo de relaciones y comportamientos en torno al sexo. La industria ha sido pudorosa, aventurera, picante, seductora, pacata, obsesiva, romántica, juguetona. Generaciones y generaciones de espectadores crecieron viendo esas escenas, más o menos explícitas, y es casi seguro que en algún momento de sus vidas adoptaron algunas de las actitudes erótico-sexuales que la gran pantalla proponía. Durante mucho tiempo, y antes de que la pornografía se popularizara, el cine era la única ventana de fácil acceso que se abría al mundo de la intimidad entre dos o más personas.

Es muy probable que el ya mítico beso en el coche, cuando una pareja que empieza a conocerse se separa tras pasar una velada juntos, y que da el pistoletazo de salida a una posible relación, se lo debamos a los guionistas y no a nuestra iniciativa en materia de seducción. Porque durante mucho tiempo, el cine sirvió para copiar modelos de comportamiento (también en el terreno erótico y sentimental), o para fantasear con las actrices y actores de Hollywood, que parecían haber sido fabricados con un control de calidad mucho más exigente que el del resto de la población.

Últimamente, sin embargo, el cine parece abrazar la asexualidad. Las escenas subidas de tono, herederas de los prometedores dos rombos de antaño, han desaparecido de los guiones bajo la nueva filosofía de que el sexo ya no vende; y los que ahora van al cine están más interesados en la acción, los efectos especiales, el gore o los superhéroes.

Un estudio realizado en 2024 para The Economist por Stephen Follows, productor audiovisual, analista y consultor de la industria cinematográfica, revela que el sexo y las escenas con desnudos han descendido notoriamente en la industria audiovisual. En concreto, hasta un 40% desde el inicio de siglo. El trabajo añade, además, que las películas que no contienen ningún tipo de desnudo o escena sexual han pasado a ser el 50%, en comparación con el 20% que había en el año 2000. Y recalca que en las cintas de acción o thrillers este porcentaje sube hasta el 70%.

Atrás ha quedado esa fe ciega que Hollywood tenía en ese erotismo para todos los públicos, en esas películas escándalo, tan propias de los ochenta y noventa, en las que la gente iba a contemplar el prometedor striptease de Kim Basinger en Nueve semanas y media (1986) o comprobar si, efectivamente, se le veía algo a Sharon Stone cuando cruzaba las piernas en Instinto básico (1992). Escenas que, generalmente, quedaban en un coitus interruptus, pero que servían para publicitar el filme a bombo y platillo y atraer a la audiencia.

Sharon Stone Instinto basico

“En Hollywood hay un antes y un después del movimiento Me Too”, cuenta Juan Luis Sánchez, periodista, escritor y crítico de cine en DeCine21.com, “porque concienció a la gente de cómo la industria se aprovechaba de las mujeres, de la profusión de desnudos femeninos (que no de masculinos) y del papel de muchos productores, que abusaban de las actrices, y no solo Weinstein. Y como consecuencia de este escándalo surgió la figura del coordinador de intimidad, un profesional que debe estar presente durante el rodaje de escenas tórridas para que todo se haga de manera correcta y con consentimiento. Todo esto encareció mucho las escenas de sexo, porque se tardan más en rodar». A lo que Sánchez añade: “Sin contar también con que los actores piden más garantías y cláusulas a la hora de filmarlas. Si a esto le sumamos el hecho de que el ansia por ver sexo puede ser saciada de inmediato con la pornografía, entenderemos por qué el cine comercial se ha vuelto tan casto”.

Sin sexo en el cine, en las series y en la literatura

En un primer momento, la sexualidad, al no verse ya bienvenida en la gran pantalla, emigró a las series, que se llenaron de momentos libidinosos y explícitos. Como apunta Sánchez, “la productora HBO se caracterizó por cargar las tintas en este asunto. Estaba Juego de tronos, que en sus primeras temporadas abusaba de las escenas de cama, aunque estas se fueron suprimiendo con el paso del tiempo. En Los Soprano había siempre que meter el local de striptease, aunque fuera con calzador, para que saliera una mujer desnuda. Sin embargo, ese destape también llegó a su fin en la mayoría de las series. Actualmente, Euphoria, de temática adolescente, y The Boys y Gen V, en torno a los superhéroes, son las series que contienen más escenas sexuales, pero es un tipo de sexo más marginal, con orgías y brutalidades”, aclara el crítico de cine.

Y, si en el universo audiovisual se echa de menos algo de lujuria y romanticismo, en el de las letras ocurre algo parecido, aunque 50 sombras de Grey haya logrado excitar las libidos más pedestres y sin muchas exigencias literarias.

Dakota Johnson Jamie Dorna 50 sombras de Grey

Pedro Antonio Curto es periodista y escritor. También de novela erótica. Con Los amantes del hotel Tirana (Ediciones Irreverentes) ganó el IV Premio Ciudad Ducal de Loeches, y Los viajes de Eros y El tango de la ciudad herida son dos de sus obras eróticas que figuran en las mejores antologías de este género. “La pornografía se ha comido al erotismo en el cine y también en la literatura”, apunta. “El porno está asociado a la imagen, mientras el erotismo está más ligado a profundizar, a provocar sensaciones. Es algo más sutil que se está perdiendo. La sensualidad en el cine ha contribuido a crear el imaginario erótico, nos ha ayudado a fabricar nuestras fantasías, porque la imagen es siempre muy potente. Pero no debe ser demasiado explícita porque debe dejar su lugar para que la imaginación trabaje”, sentencia el también ganador de diversos premios literarios, entre ellos el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández.

Curto reconoce que el cine le ha influenciado mucho en su labor de escritor erótico. “Recuerdo películas que me han marcado, como El imperio de los sentidos (1976) o El amante (1992); pero la literatura erótica es, a día de hoy, algo muy marginal. Ya no hay grandes colecciones de este género. Quizás ahora tiene más tirón el cómic erótico, pero porque es más visual y se acerca al porno”.

¿Ha cambiado la idea de lo que es erótico?

Los sexólogos suelen recomendar libros y películas eróticas a sus pacientes, por eso deben recurrir a ediciones como La Sonrisa Vertical o a cintas de veinte años atrás. “Lo que resulta más complicado aprender en sexualidad no son las prácticas sexuales, sino la parte erótico-sentimental, porque el erotismo es algo que tiene que ver con la intencionalidad de provocar excitación en el otro. Es algo sutil y creativo, donde el tiempo es determinante, porque no es cuestión de ir directamente al acto sexual sino recrearse en todo lo que hay alrededor, por eso se habla también de juego”, explica Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga clínica y terapeuta del Centro Máxima, en Barcelona. “Este aprendizaje lo hacemos sobre todo a través de modelos, de conductas que vemos en otras personas, o en artes, como el cine o la literatura”, sostiene quien además es directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica.

Kim Basinger Nueve semanas y media

“Sin embargo, últimamente, el erotismo está cada vez menos presente en la sociedad, y parte del trabajo del cine es reflejar lo que está ocurriendo en el momento actual”, continúa Molero, también presidenta de honor de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS). “Los jóvenes tienen menos relaciones sexuales que sus padres o abuelos, y no solo con otras personas sino consigo mismos. Les cuesta conectar, comunicarse, fantasear. Claro que también cabe preguntarse si el concepto de lo que es erótico ha cambiado. Tal vez lo que a nosotros nos parecía erótico cincuenta años atrás ya no lo sea para las nuevas generaciones, que lo encuentran en los bailes latinos (bachata o kizomba) o en el sexting. Lo que es seguro es que sin la dimensión erótica nos estamos perdiendo algo muy importante, yo diría que la esencia del placer”.

Mientras el deseo, empachado de fast food e imágenes explícitas, anhela bocados más gourmets, Juan Luís Sánchez responde sobre si la erótica volverá a la gran pantalla: “Seguramente. El wokismo está en franca recesión y cuando desaparezca volverá una nueva época de sexo, de imágenes libidinosas, no solo para un pequeño porcentaje de la población, sino para la gran mayoría”.

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