Los residentes del sur de California que estos días siguen las noticias saben bien lo que viene: calor. Una fuerte ola de calor que, en abril, asusta, pues dejará casi 30ºC en Los Ángeles este fin de semana. Pero peor está el interior: el desierto rozará los 40º. Lo notarán los 100.000 asistentes a Coachella, en Indio, que arranca este viernes 11 de abril hasta el domingo 13 y cuyo calendario se repetirá (casi) tal cual el siguiente fin de semana. Para entonces, probablemente, las temperaturas habrán bajado, pero no las expectativas que, como desde 1999, son altas. Y eso que este año enfrenta varios reveses, más allá de los sofocos: desde el cartel hasta los relacionados con los visados de sus artistas.
La neoyorquina presenta el viernes su nuevo disco, ‘Mayhem’, y compartirá cartel con Travis Scott, Green Day y Post Malone. Por primera vez una orquesta filarmónica tocará en el festival, pero la presencia latina se reduce en comparación con las dos últimas ediciones
Los residentes del sur de California que estos días siguen las noticias saben bien lo que viene: calor. Una fuerte ola de calor que, en abril, asusta, pues dejará casi 30ºC en Los Ángeles este fin de semana. Pero peor está el interior: el desierto rozará los 40º. Lo notarán los 100.000 asistentes a Coachella, en Indio, que arranca este viernes 11 de abril hasta el domingo 13 y cuyo calendario se repetirá (casi) tal cual el siguiente fin de semana. Para entonces, probablemente, las temperaturas habrán bajado, pero no las expectativas que, como desde 1999, son altas. Y eso que este año enfrenta varios reveses, más allá de los sofocos: desde el cartel hasta los relacionados con los visados de sus artistas.
Coachella es el festival por excelencia, el que creó esa imaginería global que ahora se repite en todo el planeta: música, buen tiempo, ropa desenfadada y baile hasta el amanecer (no tanto, que a las dos de la madrugada cierran). Hoy quizá haya perdido parte de su aura mágica y de su exclusividad —pese a que la entrada más barata cuesta 600 dólares— pero, aun así, sigue teniendo ese algo. Aunque solo en Estados Unidos ya haya unos 800 festivales de música al año, Coachella sigue siendo el más grande (con ocho escenarios y sus conciertos retransmitidos por YouTube) y de los primeros de la temporada, además de los más novedosos por sus atracciones, sus novedades tecnológicas y su visión del evento. Pero quizá no, o cada vez menos, por su cartel. Y eso ocurre este año.
No hay un lineup explosivo. Los nombres se conocieron en noviembre y dejaron al público algo frío; desde entonces, ha habido pocos añadidos. Más bien al revés, con un par de bajas de última hora, las de Anitta y FKA Twigs. Por supuesto, Lady Gaga es la reina. Los programadores supieron anticiparse al lanzamiento de Mayhem en abril y, claro, al anuncio de una gira mundial. Así, Coachella será el primer escenario donde la neoyorquina de 39 años presente su nuevo álbum. Lo hará el viernes, a partir de las 23.10 de la noche y en la tarima principal. En su regreso al festival tras ocho años, Stefani Germanotta cerrará una primera jornada en la que también se colocan como cabeza de cartel la rapera Missy Elliott y el cantautor Benson Boone, conocido por su tema Beautiful Things, con 2.000 millones de reproducciones en Spotify. Ese día también destacan la tailandesa Lisa —en su momento álgido tras su paso por la serie The White Lotus— y la noventera banda The Prodigy.

El sábado también la apuesta está en otro grupo habitual de los noventa, los pelos teñidos y las chaquetas de cuero oscuro, Green Day. “Vengan a causar el caos en el desierto, quedará en los anales”, decían en sus redes sociales los de Berkeley, California, cuando se anunció el cartel. Les acompañará Charli XCX, una de las revelaciones de la temporada pasada, así como The Original Misfits; el segundo fin de semana estará también Ed Sheeran. Lo más llamativo del sábado será que, por primera vez en el cuarto de siglo de historia del festival, una sinfónica tocará en el desierto: la de Los Ángeles, la LA Phil, capitaneada por Gustavo Dudamel en su último año al frente de la misma. Esa noche, además, la fiesta la cerrará el rapero Travis Scott, que ya parece perdonado de sus pecados: pegar a guardias de seguridad en París y pelearse en un barco en Miami (ambas el año pasado), pero sobre todo de la tragedia de Astroworld, en Houston, Texas, un festival en cuyo concierto fallecieron una decena de personas en 2021.
Para el cierre del domingo —el día donde bajan los asistentes, y también, se espera, las temperaturas— estará Post Malone, un artista entre el country, el rap y el pop con bastante más popularidad en Estados Unidos que en el resto del mundo. Malone, neoyorquino de 29 años, es fan de las colaboraciones: ha hecho con Taylor Swift, Luke Combs, Morgan Wallen, Doja Cat, Blake Shelton, Tim McGraw… De ahí que se esperen sorpresas sobre el escenario. Además, Megan Thee Stallion, Zedd o Kraftwerk son algunas de las apariciones destacadas de la jornada.

Este año es muy distinto a 2023, cuando los cabezas de cartel fueron nada menos que Bad Bunny el viernes y Rosalía el sábado. Incluso de 2024, cuando Peso Pluma fue uno de los grandes del viernes, y J Balvin del domingo, y donde Bizarrap triunfó con sus sesiones y subiendo a Shakira a escena, que anunció su gira mundial allí. Los nombres latinos son varios, pero están escritos con letras más pequeñas. El más destacado es el californiano-mexicano Ivan Cornejo el sábado, así como el mexicano Junior H el domingo; solo hay otro compatriota suyo, El Malilla. También hay dos españoles (Judeline y el DJ Dennis Cruz), un dúo argentino (Ca7riel y Paco Amoroso), algún puertorriqueño (parte de la banda The Marías y también Sincerely, Manolo) y unos venezolanos (Rawayana).
Coachella pondera la mezcla de artistas estadounidenses e internacionales, también porque tiene el mismo mix de público. Por ejemplo, ofrecen directamente paquetes en su web a quienes vengan desde México. Este año no es tan fácil. La cantante británica FKA Twigs ha cancelado esta misma semana su participación en el evento y toda su gira estadounidense “por problemas con el visado”, como anunció en sus redes sociales, donde se declaraba “devastada”. La brasileña Anitta ha hablado de “motivos personales inesperados”; se desconoce lo ocurrido.
La obtención de visados es más complicada desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. No es rápido conseguirlos. Como explica el diario Los Angeles Times, todas las peticiones de visado de artistas pasan solo por tres oficinas en todo el país: Vermont, Texas y California. En la primera, pueden tardar en gestionarse dos meses y medio; en la última, hasta nueve. Además, tampoco es barato. El país está muy caro para toda persona que venga de fuera y los artistas no son una excepción; este festival, además, es especialmente costoso en cuanto a comida, alojamientos y avituallamiento básico. Tampoco los visados son accesibles: los de tipo P o de tipo O, necesarios para actuar, pueden costar entre 510 y 2.805 dólares por persona, como recoge ese medio. Y no siempre es seguro que los concedan. Varias de las fuentes que consultan afirman que el ambiente es de incertidumbre y caos. Quizá no sea el calor, sino el bolsillo y el papeleo, los únicos capaces de enfrentar a la fantasía coachellera con la cruda realidad.
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