La puerta de la ciudad fenicia de Doña Blanca emerge después de 30 años sin excavaciones

Recreación realizada por la Universidad de Cádiz de cómo debía ser la puerta monumental de la ciudad fenicia de Doña Blanca, en El Puerto de Santa María, Cádiz.

El arqueólogo Pablo Sicre tiene vibras de que hoy será un buen día en las excavaciones del yacimiento de la ciudad fenicia de Doña Blanca. “Si me hubieses preguntado otro día atrás, te habría contestado otra cosa”, bromea. Después de más de 10 jornadas excavando sin gran novedad en medio de un calor sofocante, este miércoles de finales de septiembre la brisa fresca trae buenas nuevas. El equipo de 15 arqueólogos de la Universidad de Cádiz, comandados por la catedrática Ana María Niveau de Villedary, ya ha encontrado el bolardo de una catapulta que protegía la muralla, pero lo mejor llega al filo del mediodía. “¡Ana, hemos encontrado la puerta!”, exclama Sicre emocionado. Después de 30 años sin un proyecto sistemático de excavaciones, la valiosa ciudad fenicia, ubicada en El Puerto de Santa María (Cádiz), vuelve a dar alegrías.

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Trabajos en el yacimiento arqueológico de Doña Blanca.  Un grupo de arqueólogos trabajando en el yacimiento arqueológico de Doña Blanca, en El Puerto de Santa María. La recuperación de las campañas arqueológicas en la valiosa urbe ha dado con restos de muralla, una catapulta y los restos de ‘Pilum’, una mujer romana  

El arqueólogo Pablo Sicre tiene vibras de que hoy será un buen día en las excavaciones del yacimiento de la ciudad fenicia de Doña Blanca. “Si me hubieses preguntado otro día atrás, te habría contestado otra cosa”, bromea. Después de más de 10 jornadas excavando sin gran novedad en medio de un calor sofocante, este miércoles de finales de septiembre la brisa fresca trae buenas nuevas. El equipo de 15 arqueólogos de la Universidad de Cádiz, comandados por la catedrática Ana María Niveau de Villedary, ya ha encontrado el bolardo de una catapulta que protegía la muralla, pero lo mejor llega al filo del mediodía. “¡Ana, hemos encontrado la puerta!”, exclama Sicre emocionado. Después de 30 años sin un proyecto sistemático de excavaciones, la valiosa ciudad fenicia, ubicada en El Puerto de Santa María (Cádiz), vuelve a dar alegrías.

“No podía ser que esto estuviese muerto”, reflexiona Niveau de Villedary, directora del grupo de investigación HUM-509 Phoenix Mediterranea de la Universidad de Cádiz. Máxime cuando la ciudad fenicia de Doña Blanca —un yacimiento arqueológico en el que solo una pequeña parte de sus siete hectáreas de extensión está excavado— está considerado en los ámbitos científicos como una suerte de “supermercado fenicio de Occidente”, como resume la catedrática. Por el enclave, integrado en el sistema de islas que conformaban la potente ciudad metropolitana de Gadir, pasó buena parte del comercio, influencias culturales y de ideas de la civilización venida de Tiro —en la actual Líbano—, desde su fundación en el siglo VIII antes de Cristo hasta su abandono en el III antes de nuestra era.

Todo ese prestigio científico internacional no evitó que Doña Blanca haya pasado una travesía en el desierto, después de que su descubridor, Diego Ruiz Mata, hiciese las últimas campañas que sacaron a la luz el trazado de la muralla y de dos barrios de diferentes momentos, en 1991. Desde entonces, el enclave arqueológico —visitable de martes a domingo— no ha sido protagonista de ningún proyecto sistemático de excavación estable, con la excepción de una intervención realizada en 2005 por el arqueólogo Luis Cobos. El cambio de tendencia ha llegado ahora bajo las dos actividades arqueológicas puntuales de HUM-509 Phoenix Mediterranea: unos sondeos previos realizados el año pasado y los trabajos actuales sobre el terreno, desarrollados desde mediados de septiembre hasta el 10 de octubre, pero que nacen con la vocación de convertirse en un proyecto de actuaciones a largo plazo.

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En ese plazo, el equipo dirigido por Niveau de Villedary se está centrando —con el apoyo también de tecnologías no invasivas— en una extensión de unos 100 metros cuadrados, en los intramuros de la muralla fenicia, con el objetivo de corroborar la ubicación y estructura de la puerta monumental de entrada en la última fase de la ciudad. El acceso, configurado como un requiebro en el lienzo de la muralla “seguía las medidas de los sistemas helenísticos”, tal y como explica la catedrática. El equipo tiene la certeza de que debe de hallarse justo en el área en el que están excavando, gracias a descubrimientos anteriores de Ruiz Mata, pero trabajan con el hándicap de la ausencia de documentación pormenorizada, según apuntan desde el grupo de investigación. Y justo por eso la alegría embarga a Sicre cuando, pasado el mediodía, emerge un sillar superviviente de acarreos posteriores que confirma la ubicación de la puerta.

No es el único hallazgo que se ha topado el equipo de la UCA, en una campaña que costará 40.000 euros, financiados por la Diputación de Cádiz bajo los fondos Dipuinnova. En días anteriores, los arqueólogos dieron con el bolardo de una catapulta que usaba maquinaria de torsión y el fondo de una vasija, en buen estado de conservación y ubicada sobre el suelo de uso de una estancia interior adosada a la muralla. El valor de esa pieza radica también en que se ubica temporalmente en la llamada fase II de la ciudad fenicia, de los tres periodos que tiene y que la relaciona en sus usos de vida con el entorno en ese gran hinterland que fue Gadir y que conecta a las actuales ciudades de El Puerto, Cádiz, Chiclana o San Fernando. “Esa fase, entre el siglo IV y V antes de Cristo, se relaciona con el abandono que se aprecia en el yacimiento de Cádiz, el Gadir, en el teatro de la Tía Norica“, apunta Niveau de Villedary.

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Ese corte intermedio del pastel de la estratigrafía de Doña Blanca es, además, el más desconocido, frente al conocimiento existente de los primeros pasos de la fundación de la ciudad y de su abandono. Y hace que las piezas del Gadir fenicio encajen aún más, después de que el año pasado la doctora Natalia López Sánchez, del mismo grupo de trabajo, consiguiese confirmar en su tesis doctoral que el asentamiento en la bahía de Cádiz de los venidos de Tiro era una metrópoli repartida entre decenas de islas en la que los gadiritas tenían usos repartidos, conexión visual y desplazamientos en barco. En ese enorme puzle, Doña Blanca fue durante buena parte de los 700 años de presencia lugar de vida de la población, con idas y venidas que llevaron a la ciudad a fortificarse como ciudadela militar con la llegada de los cartagineses (siglo IV a. C.) y con una población que posiblemente se trasladó al cercano cerro de la actual Sierra de San Cristóbal.

Los movimientos de tierra de Sicre también han dado con los restos de una mujer que vivió ya durante el periodo romano, momento en el que la ciudad estaba ya abandonada y en un contexto de ocupación rural. En ese estrato por encima de lo púnico, pero por debajo de posteriores usos medievales, ha aparecido la mujer de mediana edad, colocada sobre una almohada de piedra y con un anillo. El equipo la ha nombrado como Pilum —por la alumna que la encontró, Pili— y sus restos, en una primera inspección visual, hablan de posibles malformaciones congénitas. La idea de Niveau de Villedary y los suyos es que hallazgos como el de la puerta, la vasija o la propia Pilum dejen de ser una anécdota para convertirse en el inicio de un proyecto general de investigación que a largo plazo —hasta seis años— traiga, por fin, campañas de excavaciones periódicas y constantes a Doña Blanca. “Esto debe ser como Baelo Claudia [la ciudad romana ubicada en Bolonia, Tarifa], donde convivan varios equipos para excavar y mantener viva la investigación”, reflexiona la catedrática.

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