La obra completa de la poeta afgana Nadia Anjuman ya se puede leer en español: “No soy como ese frágil sauce que se estremece a la mínima brisa”

Nadia Anjuman (Herat, 1980) escribió la mayoría de sus poemas a escondidas, porque nació afgana y mujer. “No soy como ese frágil sauce que se estremece a la mínima brisa, soy una mujer afgana y justo es que no ceje en mi lamento”, dice uno de sus versos, que se refiere al primer régimen talibán (1996-2001), aunque cobró notoriedad a partir del 2021, cuando los fundamentalistas tomaron de nuevo el poder.

Anjuman vivió solo 25 años y siempre intentó desafiar las barreras que le impedían escribir. Su Poesía completa (Hiperión, 2025), que reúne toda su obra compuesta por más de 60 poemas, se ha publicado este año por primera vez en español.

“Cuando los talibanes tomaron el poder, Nadia estaba en décimo curso y los funcionarios la enviaron a casa y cerraron las puertas de todas las escuelas femeninas”, recuerda, en una entrevista por correo electrónico, Mohammad Shafi Noorzaei, hermano de la poeta y profesor de literatura en la Universidad de Herat. Pero no pudieron detenerla. Anjuman aprovechó el encierro para afilar su pluma.

Pese a los dictados talibanes, acudió a la llamada Escuela de la Aguja Dorada, un círculo secreto de mujeres que estudiaba literatura bajo la dirección del profesor Mohammad Naser Rahyab, un conocido y experto profesor de literatura darí de la Universidad de Herat. Se reunían con el pretexto de aprender costura, una de las pocas actividades permitidas, algo muy similar a lo que ocurre hoy en Afganistán, donde, en decenas de escuelas clandestinas que toman la apariencia de centros de estudios religiosos, se sigue educando a las niñas pese a las restricciones de los fundamentalistas. La ONU ha considerado que las restricciones y la persecución que sufren actualmente las mujeres afganas es un apartheid de género.

“La recuerdo siempre con un libro. A medianoche, cuando todos dormíamos, realizaba una ceremonia con un bolígrafo y papel”, explica su hermano.

La temática central de su poesía tiene que ver con la angustia de vivir bajo el régimen talibán y con la falta de expectativas en la vida, aunque las clases de literatura a las que asiste son como un balón de oxígeno

Rocio Moriones, traductora

Los poemas de Anjuman reflejan la desazón de un régimen que no le permitía ser ella misma. “La temática central de su poesía tiene que ver con la angustia de vivir bajo el régimen talibán y con la falta de expectativas en la vida, aunque las clases de literatura a las que asiste son como un balón de oxígeno. Por eso, a lo largo de toda su obra, vemos un conflicto entre la desesperanza y la esperanza”, explica Rocío Moriones, traductora de Anjuman al español y también de un buen puñado de autoras indias y paquistaníes. Moriones indica que Anjuman escribe originalmente en persa darí y utiliza tanto el verso libre como el gazal, una forma lírica muy propia la literatura árabe, india, persa y urdu, que usa formas breves y estribillos.

La época más feliz

En 2001, cuando Nadia Anjuman tenía 21 años, las tropas estadounidenses llegaron a Afganistán y tomaron el control del país. Abrieron de nuevo las puertas las escuelas femeninas y las universidades y la poeta afgana, gracias a una orden del Ministerio de Educación, se inscribió en el examen de acceso a la universidad, que aprobó sin problemas. Fue admitida en el Departamento de Literatura Dari de la Universidad de Herat.

“Recuerdo aquella época como la más feliz de la vida de Nadia; parecía como si le hubieran entregado el mundo entero. Durante los últimos siete semestres de sus estudios universitarios, ella fue la mejor de su clase, igual que lo había sido en la escuela de niñas. No paraba de acumular éxitos y honores”, dice su hermano.

“En Herat recibió reconocimientos por su labor poética, tanto de la universidad como de asociaciones literarias. Al tercer año, viajó con un grupo de profesores y estudiantes a Irán, donde tuvo la posibilidad de conocer a algunos de los poetas y escritores iraníes del momento”, añade su traductora al español.

Fruto de todo este trabajo, en 2005 vio la luz su primer libro de poemas, Flor Ahumada. “Se hizo popular en Afganistán, Pakistán e Irán”, explica Moriones. El conflicto del que habla la traductora se ve en muchos de sus versos: “Aunque estamos cansadas y abatidas de vivir en la noche,/ todavía albergamos la esperanza/ de romper el espejo de la noche/ como hacen los dardos del sol”, dice en su poema Los Dardos del Sol, fechado en enero del año 2000. En 2001, unos meses después de la entrada de las tropas estadounidenses, escribe en una poesía titulada Escapar: “Todos hirieron con flechas nuestras pequeñas alas./ Ya no tendremos que soportar más vejaciones./En nuestros latidos constantes ya no hay anhelo alguno./ Se agotaron nuestros corazones del dolor y la impotencia”.

En 2004, un año antes de la publicación de Flor Ahumada, Anjuman se casó con Farid Ahmad Majid Neia, un hombre que ella no eligió y que aceptó debido a la presión familiar, afirma su traductora. Al poco tiempo, Anjuman dio a luz a su primer hijo y cinco meses después, el 5 de noviembre de 2005, Noorzaei recibió una llamada para informarle de que su hermana había muerto.

No soy como ese frágil sauce que se estremece a la mínima brisa,/ soy una mujer afgana, y justo es que no ceje en mi lamento”

Poema de Nadia Anjuman

Las causas del fallecimiento siguen siendo objeto de controversia. Su marido afirmó entonces que se había suicidado. Su hermano cuenta otra versión: “Su marido nos dijo que habían discutido y que le había dado un golpe”. Farid fue acusado de asesinato y encarcelado, pero, al cabo de un mes, las autoridades concluyeron que había sido un suicidio y lo dejaron en libertad. Pese a ello, Naciones Unidas condenó el suceso “como un ejemplo de la violencia que aún enfrentan muchas mujeres afganas”, al igual que fue recogido por varios medios de comunicación, entre ellos este periódico.

En 2006, gracias a la asociación literaria de Herat, vio la luz de forma póstuma el segundo libro de poemas de Anjuman, que bajo el título Una cesta de ansiedad, trata temáticas muy parecidas a las de su primera obra: angustia, futuro, y libertad. Los labios huyen de estar en silencio,/ el cuerpo huye de vestir penas,/ ¡Ven, abramos los labios, rompamos el silencio!”, escribe en El sol de la sabiduría.

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 La autora, fallecida en 2005 probablemente asesinada por su esposo, estudió literatura en un círculo clandestino de mujeres bajo el primer régimen talibán. Por primera vez, su obra completa ve la luz en español  

Nadia Anjuman (Herat, 1980) escribió la mayoría de sus poemas a escondidas, porque nació afgana y mujer. “No soy como ese frágil sauce que se estremece a la mínima brisa, soy una mujer afgana y justo es que no ceje en mi lamento”, dice uno de sus versos, que se refiere al primer régimen talibán (1996-2001), aunque cobró notoriedad a partir del 2021, cuando los fundamentalistas tomaron de nuevo el poder.

Anjuman vivió solo 25 años y siempre intentó desafiar las barreras que le impedían escribir. Su Poesía completa (Hiperión, 2025), que reúne toda su obra compuesta por más de 60 poemas, se ha publicado este año por primera vez en español.

“Cuando los talibanes tomaron el poder, Nadia estaba en décimo curso y los funcionarios la enviaron a casa y cerraron las puertas de todas las escuelas femeninas”, recuerda, en una entrevista por correo electrónico, Mohammad Shafi Noorzaei, hermano de la poeta y profesor de literatura en la Universidad de Herat. Pero no pudieron detenerla. Anjuman aprovechó el encierro para afilar su pluma.

Pese a los dictados talibanes, acudió a la llamada Escuela de la Aguja Dorada, un círculo secreto de mujeres que estudiaba literatura bajo la dirección del profesor Mohammad Naser Rahyab, un conocido y experto profesor de literatura darí de la Universidad de Herat. Se reunían con el pretexto de aprender costura, una de las pocas actividades permitidas, algo muy similar a lo que ocurre hoy en Afganistán, donde, en decenas de escuelas clandestinas que toman la apariencia de centros de estudios religiosos, se sigue educando a las niñas pese a las restricciones de los fundamentalistas. La ONU ha considerado que las restricciones y la persecución que sufren actualmente las mujeres afganas es un apartheid de género.

“La recuerdo siempre con un libro. A medianoche, cuando todos dormíamos, realizaba una ceremonia con un bolígrafo y papel”, explica su hermano.

La temática central de su poesía tiene que ver con la angustia de vivir bajo el régimen talibán y con la falta de expectativas en la vida, aunque las clases de literatura a las que asiste son como un balón de oxígeno

Rocio Moriones, traductora

Los poemas de Anjuman reflejan la desazón de un régimen que no le permitía ser ella misma. “La temática central de su poesía tiene que ver con la angustia de vivir bajo el régimen talibán y con la falta de expectativas en la vida, aunque las clases de literatura a las que asiste son como un balón de oxígeno. Por eso, a lo largo de toda su obra, vemos un conflicto entre la desesperanza y la esperanza”, explica Rocío Moriones, traductora de Anjuman al español y también de un buen puñado de autoras indias y paquistaníes. Moriones indica que Anjuman escribe originalmente en persa darí y utiliza tanto el verso libre como el gazal, una forma lírica muy propia la literatura árabe, india, persa y urdu, que usa formas breves y estribillos.

La época más feliz

En 2001, cuando Nadia Anjuman tenía 21 años, las tropas estadounidenses llegaron a Afganistán y tomaron el control del país. Abrieron de nuevo las puertas las escuelas femeninas y las universidades y la poeta afgana, gracias a una orden del Ministerio de Educación, se inscribió en el examen de acceso a la universidad, que aprobó sin problemas. Fue admitida en el Departamento de Literatura Dari de la Universidad de Herat.

“Recuerdo aquella época como la más feliz de la vida de Nadia; parecía como si le hubieran entregado el mundo entero. Durante los últimos siete semestres de sus estudios universitarios, ella fue la mejor de su clase, igual que lo había sido en la escuela de niñas. No paraba de acumular éxitos y honores”, dice su hermano.

“En Herat recibió reconocimientos por su labor poética, tanto de la universidad como de asociaciones literarias. Al tercer año, viajó con un grupo de profesores y estudiantes a Irán, donde tuvo la posibilidad de conocer a algunos de los poetas y escritores iraníes del momento”, añade su traductora al español.

Fruto de todo este trabajo, en 2005 vio la luz su primer libro de poemas, Flor Ahumada. “Se hizo popular en Afganistán, Pakistán e Irán”, explica Moriones. El conflicto del que habla la traductora se ve en muchos de sus versos: “Aunque estamos cansadas y abatidas de vivir en la noche,/ todavía albergamos la esperanza/ de romper el espejo de la noche/ como hacen los dardos del sol”, dice en su poema Los Dardos del Sol, fechado en enero del año 2000. En 2001, unos meses después de la entrada de las tropas estadounidenses, escribe en una poesía titulada Escapar: “Todos hirieron con flechas nuestras pequeñas alas./ Ya no tendremos que soportar más vejaciones./En nuestros latidos constantes ya no hay anhelo alguno./ Se agotaron nuestros corazones del dolor y la impotencia”.

En 2004, un año antes de la publicación de Flor Ahumada, Anjuman se casó con Farid Ahmad Majid Neia, un hombre que ella no eligió y que aceptó debido a la presión familiar, afirma su traductora. Al poco tiempo, Anjuman dio a luz a su primer hijo y cinco meses después, el 5 de noviembre de 2005, Noorzaei recibió una llamada para informarle de que su hermana había muerto.

No soy como ese frágil sauce que se estremece a la mínima brisa,/ soy una mujer afgana, y justo es que no ceje en mi lamento”

Poema de Nadia Anjuman

Las causas del fallecimiento siguen siendo objeto de controversia. Su marido afirmó entonces que se había suicidado. Su hermano cuenta otra versión: “Su marido nos dijo que habían discutido y que le había dado un golpe”. Farid fue acusado de asesinato y encarcelado, pero, al cabo de un mes, las autoridades concluyeron que había sido un suicidio y lo dejaron en libertad. Pese a ello, Naciones Unidas condenó el suceso “como un ejemplo de la violencia que aún enfrentan muchas mujeres afganas”, al igual que fue recogido por varios medios de comunicación, entre ellos este periódico.

En 2006, gracias a la asociación literaria de Herat, vio la luz de forma póstuma el segundo libro de poemas de Anjuman, que bajo el título Una cesta de ansiedad, trata temáticas muy parecidas a las de su primera obra: angustia, futuro, y libertad. Los labios huyen de estar en silencio,/ el cuerpo huye de vestir penas,/ ¡Ven, abramos los labios, rompamos el silencio!”, escribe en El sol de la sabiduría.

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