<p>Si coge usted la termomix (o una vulgar y honesta turmix, me da igual) y le mete dentro un buen puñado de ritmos y colores latinos para todos los públicos (centrándonos en la primera división de eso que llamamos <i>música popular</i>, pespunteando desde lo tradicional a lo urbano), además de un carisma pizpireto y extranatural, romanticismo a raudales (es verdad que un tanto unidimensional, pero a eso iremos luego), y un talento musical sinceramente apabullante, probablemente en dos minutos de batidora le saldrá del vaso, caminando tan pimpante, como si tal cosa, <strong>el colombiano Camilo Echeverri con su fino mostacho austrohúngaro</strong>.</p>
El colombiano del fino mostacho austrohúngaro perpetró la noche del sábado un conciertazo digno de la mejor ceremonia de los Oscar
<p>Si coge usted la termomix (o una vulgar y honesta turmix, me da igual) y le mete dentro un buen puñado de ritmos y colores latinos para todos los públicos (centrándonos en la primera división de eso que llamamos <i>música popular</i>, pespunteando desde lo tradicional a lo urbano), además de un carisma pizpireto y extranatural, romanticismo a raudales (es verdad que un tanto unidimensional, pero a eso iremos luego), y un talento musical sinceramente apabullante, probablemente en dos minutos de batidora le saldrá del vaso, caminando tan pimpante, como si tal cosa, <strong>el colombiano Camilo Echeverri con su fino mostacho austrohúngaro</strong>.</p>
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