Ana Torrent: “Tú no puedes publicitarte como antiedad porque no es cierto”

Soy de esa generación que se quedó paralizada en 1996 cuando una jovencísima Ana Torrent miraba a la cámara con ojos de terror diciendo: ”Hola, soy Ángela y me van a matar”. Era la escena culmen de Tesis, la ópera prima de Alejandro Amenábar como director de cine. Desde entonces, ella y todos hemos soplado muchas velas. El paso del tiempo nos ha aportado sabiduría, experiencia y arrugas. La cosmética –sobre todo, la que se dirige a las mujeres maduras- lleva décadas convirtiendo algo tan natural como envejecer en un campo de batalla marcado por el edadismo.

Aunque poco a poco el mensaje va cambiando hacia el ‘envejecer bien’, muchos lanzamientos siguen anclados en el mensaje antienvejecimiento, como si cumplir años fuera algo de lo que avergonzarse. Para concienciar sobre el daño que hacen estos mensajes y forzar a un cambio en la sociedad, la Fundación Grandes Amigos acaba de lanzar la campaña Libre de Edadismo, protagonizada por Ana Torrent. Con la colaboración de marcas como Laconicum, su objetivo es recoger firmas para lograr cambios regulatorios para moderar el uso del término antiedad en la industria cosmética, garantizando así la protección de la autoestima, la salud mental y la dignidad de las personas mayores.

Se están hasta recogiendo firmas para impulsar ese cambio. ¿Hace falta que las cosas se muevan siempre a golpe de regulación?

Es que es muy bárbaro cómo constantemente nos bombardean con mensajes antiedad y no hay visos de cambios. Como si por tener arrugas ya no valieras para la sociedad.

Recientemente Vicky Tsai, fundadora de la marca de cosmética Tatcha, comentaba que, durante años, el error de la cosmética y de las propias usuarias de cosmética ha sido el plantear el cuidado de la piel como una batalla contra los efectos del paso del tiempo sobre nuestra propia piel. ¿Te has sentido tú parte de esa corriente o siempre has ido por libre?

Siempre he intentado cuidarme y creo que he aceptado bien las arrugas que me van saliendo. A ver, no es que esté encantada. No me miro al espejo y pienso ¡ay, qué bien, que me han salido nuevas arrugas! Pero lo acepto. A fin de cuentas, eso es envejecer. Y siempre es mejor cumplir años que la alternativa.

Porque al denostar las arrugas, de alguna forma estamos negando el proceso mismo de la vida.

¡Exacto! Cuando veo fotos mías con 30 años pienso que he cambiado mucho. Pero es que han pasado muchos años, no tendría sentido obsesionarme por tener la misma imagen. Obviamente, me cuido para tener el mejor aspecto posible, pero sin caer en lo obsesivo.

Muchas veces cuando se cuestiona el concepto de cosmética antiedad hay quienes piensan que implica abandonar el cuidado de la piel y tampoco es eso. ¿Cómo has ido cambiando tu forma de cuidarte con los años?

Siempre he intentado cuidarme. Toda mi vida me he puesto una crema hidratante todas las mañanas, porque es algo que nos inculcó mi madre desde niños. Se ponía en la puerta de casa y antes de salir colegio nos untaba a todos con crema Nivea, la de la lata azul. He crecido poniéndome siempre crema hidratante por las mañanas y lo sigo haciendo. Adecuándome a las necesidades de mi piel en cada momento, pero sin locuras.

Del cruelty free al ‘se acabó’ con las antiarrugas

La puesta en escena de la campaña nos muestra una jaula vacía. Ya hace años que la Unión Europea prohibió las pruebas de cosméticos en animales vivos para evitar un sufrimiento innecesario. El siguiente paso es liberar al usuario de productos de cuidado de la piel—mayoritariamente, mujeres— de la angustia por parecer siempre jóvenes y la inseguridad que acarrea cumplir años. Un ‘se acabó’, pero con los mensajes antiedad.

Envejecer conlleva un deterioro inevitable. Nos vendrán problemas físicos, tal vez de salud mental o cognitiva, son cosas que irán viniendo. No podemos estar machacándonos desde los 40 o los 50 por si me está saliendo una arruga. Que, además, tarde o temprano, van a salir.

La actriz Ana Torrent.

¿Crees que el propio concepto de cosmética ‘antiedad’ con el que nos llevan bombardeando desde niñas es una gran mentira?

Lo es. Tú no puedes publicitarte como antiedad porque no es cierto. No puedes detener el paso del tiempo, ni evitar que deje huella en el cuerpo. Se notará más o menos dependiendo de tu genética o el estilo de vida, pero es una batalla que nunca vamos a ganar. Creer lo contrario genera una ilusión que hace mucho daño.

Una sociedad que no es para mayores.

Nuestra sociedad no llega a la distopía de La Fuga de Logan (1976), donde todos los ciudadanos de más de 30 debían morir, pero se encarga sutilmente de ocultarlos. Los mayores son antiestéticos, así que, incluso los mensajes para esa franja de edad, se crean desde la visión de juventud distorsionada.

Estamos poniendo el foco en la cosmética, pero en el fondo se inserta en una cultura de la imagen que ensalza un falso ideal femenino de juventud. Photoshop, los efectos especiales y el maquillaje nos han demostrado que eso no es real ni a los 20. No me vengas a vender una crema antiedad para mujeres maduras cuando la modelo de tu producto tiene veintipocos. Ponme a una mujer real y hablamos, ¿no?

El gran problema es que en, esta cultura de la imagen, cuando no encajas con ese ideal, te apartan. Te invisibilizan. O se falsea la realidad, como en esas series donde la madre de una universitaria es otra mujer de apenas 30. Escondemos a las personas mayores, sobre todo, a las mujeres, porque no tienen esa supuesta belleza ideal. Y es una crueldad. Tienes 50, 60 o 70 años, eres perfectamente válida, pero te hacen ver que ya no vales, tu imagen no vale, tu trabajo ya no importa y tampoco interesa lo que tú tengas que opinar.

Por no hablar de esa imagen de cliché que muchas veces nos regala el cine. A partir de los 40-50, abundan los personajes femeninos de madres y mujeres algo desquiciadas… Si tienen 60, ya son abuelas. No vas a ver a una señora de 40 anunciando un coche, pero sí a un varón con barba canosa. Con ese panorama es normal sentir la presión por no envejecer.

Todos sufrimos presión por nuestro aspecto físico, pero la presión que se pone sobre las mujeres gana por goleada a la que sufren los hombres. Siempre se ha exaltado la juventud femenina, pero lo de ahora es brutal. Mucho más que en tiempos de nuestras madres. Y es tan bestial que ya vemos a chicas muy jóvenes obsesionadas, pinchándose todo tipo de rellenos y operándose.

Es que si el ideal es una de 20, a los 30 ya estás acabada.

Y es absurdo. ¿Quién ha decidido que esa cara de adolescente es más bonita que la una mujer de 50, 60 o 70 que, simplemente se cuida? ¿Es que la mujer mayor tiene menos belleza? A mí no me lo parece.

Huyendo de los personajes cliché.

Cada vez son más las marcas de cosmética que abandonan el concepto ‘antiedad´ por el de ‘dar respuesta a las nuevas necesidades de la piel madura’. Y lo mismo con el cine o las plataformas de televisión. Hoy podemos ver a Kate Winslet, Jennifer Aniston o Cate Blanchett, que son actrices fabulosas con más de 50, en papeles que se salen del de madre y esposa.

Son pasos muy interesantes, pero falta mucho recorrido. A partir de los 40, solo hay 20% de personajes femeninos. Un 5% a partir de los 50. Y eso, desde luego, no refleja la pluralidad de la sociedad.

¿Sientes que, además de haber menos trabajo, lo que os ofrecen son papeles clichés?

Totalmente. Hay pocos guiones donde se refleje a una mujer real, con toda su complejidad, con todo el mundo que tenemos y todo lo que sentimos. Con 50-60 sigue habiendo grandes papeles para hombres, pero para mujeres hay poquísimos así. Al final, el físico en la mujer es una prisión. No es sano cómo lo vivimos y cómo nos hacen vivirlo, no con esa presión.

¿Has notado que al cruzar la barrera de los 40 te llegaban menos papeles y has tenido que rechazar papeles precisamente porque fueran ese cliché?

¡Sí, claro! Siempre lo notamos, por eso hay tanta presión con el físico. Sabes que te van a ir quitando de muchos proyectos e intentas estirar la juventud todo lo posible. Desde mi punto de vista es una enorme pérdida porque a medida que te haces mayor, ganas tablas como actor.

¿Cómo impacta esa presión en la salud mental?

Los actores siempre vivimos un poco en la cuerda floja, siempre esperando una llamada, aceptando trabajos que no te gustan porque no tienes otra cosa… Encima sabes que cuando llega una cierta edad, esto se multiplica. El miedo de una actriz a envejecer es real. Piensas ya no puedo ser la madre, ni la heroína, ¿qué voy a hacer ahora?

Si el mundo laboral es cruel con la mujer a medida que cumple años, el de la interpretación es voraz.

No es una profesión fácil para envejecer. Por suerte, aún nos quedan grandes personajes en el teatro. ¿Por qué? Porque el teatro no tiene el primer plano, no es tan cruel con la imagen.

Estrenas Furia, en HBO Max. Y tu personaje precisamente está muy marcado por el edadismo.

La serie habla de mujeres al límite en una sociedad donde te haces mayor y dejas de contar. Y ellas se sublevan. En mi capítulo, llegan personas muy jóvenes a una empresa y descartan a las que ya tienen una edad. No les dan la oportunidad de demostrar si encajan o no en el nuevo proyecto. Las reemplazan sin más. La serie la dirige Félix Sabroso, que sabe dar un enfoque muy divertido a lo que realmente es una tragedia marcada por el edadismo.

Con proyectos así ganáis vosotras, porque tenéis trabajo, y ganamos las espectadoras que ya nos somos unas niñas porque podemos ver historias con las que conectamos.

Las plataformas saben que los más jóvenes son su principal mercado. Pero también pienso en la cantidad de personas como tú, amigas, vecinas, compañeras, a las que no les interesa estar viendo una serie tras otra con historias que no les representan. Para eso Félix es maravilloso, porque crea ha creado personajes femeninos, todas con cierta edad y con sus historias, y les cede todo el protagonismo. Hay muchas situaciones absurdas, como en una caricatura del mundo real donde que te vaya bien o te vaya mal depende mucho de tu edad.

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 La actriz estrena ‘Furia’ y protagoniza la campaña ‘Libre de Edadismo’ junto a la Fundación Grandes Amigos para cambiar el lenguaje ‘antiedad’ de la cosmética  

Soy de esa generación que se quedó paralizada en 1996 cuando una jovencísima Ana Torrent miraba a la cámara con ojos de terror diciendo: ”Hola, soy Ángela y me van a matar”. Era la escena culmen de Tesis, la ópera prima de Alejandro Amenábar como director de cine. Desde entonces, ella y todos hemos soplado muchas velas. El paso del tiempo nos ha aportado sabiduría, experiencia y arrugas. La cosmética –sobre todo, la que se dirige a las mujeres maduras- lleva décadas convirtiendo algo tan natural como envejecer en un campo de batalla marcado por el edadismo.

Aunque poco a poco el mensaje va cambiando hacia el ‘envejecer bien’, muchos lanzamientos siguen anclados en el mensaje antienvejecimiento, como si cumplir años fuera algo de lo que avergonzarse. Para concienciar sobre el daño que hacen estos mensajes y forzar a un cambio en la sociedad, la Fundación Grandes Amigos acaba de lanzar la campaña Libre de Edadismo, protagonizada por Ana Torrent. Con la colaboración de marcas como Laconicum, su objetivo es recoger firmas para lograr cambios regulatorios para moderar el uso del término antiedad en la industria cosmética, garantizando así la protección de la autoestima, la salud mental y la dignidad de las personas mayores.

Se están hasta recogiendo firmas para impulsar ese cambio. ¿Hace falta que las cosas se muevan siempre a golpe de regulación?

Es que es muy bárbaro cómo constantemente nos bombardean con mensajes antiedad y no hay visos de cambios. Como si por tener arrugas ya no valieras para la sociedad.

Recientemente Vicky Tsai, fundadora de la marca de cosmética Tatcha, comentaba que, durante años, el error de la cosmética y de las propias usuarias de cosmética ha sido el plantear el cuidado de la piel como una batalla contra los efectos del paso del tiempo sobre nuestra propia piel. ¿Te has sentido tú parte de esa corriente o siempre has ido por libre?

Siempre he intentado cuidarme y creo que he aceptado bien las arrugas que me van saliendo. A ver, no es que esté encantada. No me miro al espejo y pienso ¡ay, qué bien, que me han salido nuevas arrugas! Pero lo acepto. A fin de cuentas, eso es envejecer. Y siempre es mejor cumplir años que la alternativa.

Porque al denostar las arrugas, de alguna forma estamos negando el proceso mismo de la vida.

¡Exacto! Cuando veo fotos mías con 30 años pienso que he cambiado mucho. Pero es que han pasado muchos años, no tendría sentido obsesionarme por tener la misma imagen. Obviamente, me cuido para tener el mejor aspecto posible, pero sin caer en lo obsesivo.

Muchas veces cuando se cuestiona el concepto de cosmética antiedad hay quienes piensan que implica abandonar el cuidado de la piel y tampoco es eso. ¿Cómo has ido cambiando tu forma de cuidarte con los años?

Siempre he intentado cuidarme. Toda mi vida me he puesto una crema hidratante todas las mañanas, porque es algo que nos inculcó mi madre desde niños. Se ponía en la puerta de casa y antes de salir colegio nos untaba a todos con crema Nivea, la de la lata azul. He crecido poniéndome siempre crema hidratante por las mañanas y lo sigo haciendo. Adecuándome a las necesidades de mi piel en cada momento, pero sin locuras.

Del cruelty free al ‘se acabó’ con las antiarrugas

La puesta en escena de la campaña nos muestra una jaula vacía. Ya hace años que la Unión Europea prohibió las pruebas de cosméticos en animales vivos para evitar un sufrimiento innecesario. El siguiente paso es liberar al usuario de productos de cuidado de la piel—mayoritariamente, mujeres— de la angustia por parecer siempre jóvenes y la inseguridad que acarrea cumplir años. Un ‘se acabó’, pero con los mensajes antiedad.

Envejecer conlleva un deterioro inevitable. Nos vendrán problemas físicos, tal vez de salud mental o cognitiva, son cosas que irán viniendo. No podemos estar machacándonos desde los 40 o los 50 por si me está saliendo una arruga. Que, además, tarde o temprano, van a salir.

La actriz Ana Torrent.

¿Crees que el propio concepto de cosmética ‘antiedad’ con el que nos llevan bombardeando desde niñas es una gran mentira?

Lo es. Tú no puedes publicitarte como antiedad porque no es cierto. No puedes detener el paso del tiempo, ni evitar que deje huella en el cuerpo. Se notará más o menos dependiendo de tu genética o el estilo de vida, pero es una batalla que nunca vamos a ganar. Creer lo contrario genera una ilusión que hace mucho daño.

Una sociedad que no es para mayores.

Nuestra sociedad no llega a la distopía de La Fuga de Logan (1976), donde todos los ciudadanos de más de 30 debían morir, pero se encarga sutilmente de ocultarlos. Los mayores son antiestéticos, así que, incluso los mensajes para esa franja de edad, se crean desde la visión de juventud distorsionada.

Estamos poniendo el foco en la cosmética, pero en el fondo se inserta en una cultura de la imagen que ensalza un falso ideal femenino de juventud. Photoshop, los efectos especiales y el maquillaje nos han demostrado que eso no es real ni a los 20. No me vengas a vender una crema antiedad para mujeres maduras cuando la modelo de tu producto tiene veintipocos. Ponme a una mujer real y hablamos, ¿no?

El gran problema es que en, esta cultura de la imagen, cuando no encajas con ese ideal, te apartan. Te invisibilizan. O se falsea la realidad, como en esas series donde la madre de una universitaria es otra mujer de apenas 30. Escondemos a las personas mayores, sobre todo, a las mujeres, porque no tienen esa supuesta belleza ideal. Y es una crueldad. Tienes 50, 60 o 70 años, eres perfectamente válida, pero te hacen ver que ya no vales, tu imagen no vale, tu trabajo ya no importa y tampoco interesa lo que tú tengas que opinar.

Por no hablar de esa imagen de cliché que muchas veces nos regala el cine. A partir de los 40-50, abundan los personajes femeninos de madres y mujeres algo desquiciadas… Si tienen 60, ya son abuelas. No vas a ver a una señora de 40 anunciando un coche, pero sí a un varón con barba canosa. Con ese panorama es normal sentir la presión por no envejecer.

Todos sufrimos presión por nuestro aspecto físico, pero la presión que se pone sobre las mujeres gana por goleada a la que sufren los hombres. Siempre se ha exaltado la juventud femenina, pero lo de ahora es brutal. Mucho más que en tiempos de nuestras madres. Y es tan bestial que ya vemos a chicas muy jóvenes obsesionadas, pinchándose todo tipo de rellenos y operándose.

Es que si el ideal es una de 20, a los 30 ya estás acabada.

Y es absurdo. ¿Quién ha decidido que esa cara de adolescente es más bonita que la una mujer de 50, 60 o 70 que, simplemente se cuida? ¿Es que la mujer mayor tiene menos belleza? A mí no me lo parece.

Huyendo de los personajes cliché.

Cada vez son más las marcas de cosmética que abandonan el concepto ‘antiedad´ por el de ‘dar respuesta a las nuevas necesidades de la piel madura’. Y lo mismo con el cine o las plataformas de televisión. Hoy podemos ver a Kate Winslet, Jennifer Aniston o Cate Blanchett, que son actrices fabulosas con más de 50, en papeles que se salen del de madre y esposa.

Son pasos muy interesantes, pero falta mucho recorrido. A partir de los 40, solo hay 20% de personajes femeninos. Un 5% a partir de los 50. Y eso, desde luego, no refleja la pluralidad de la sociedad.

¿Sientes que, además de haber menos trabajo, lo que os ofrecen son papeles clichés?

Totalmente. Hay pocos guiones donde se refleje a una mujer real, con toda su complejidad, con todo el mundo que tenemos y todo lo que sentimos. Con 50-60 sigue habiendo grandes papeles para hombres, pero para mujeres hay poquísimos así. Al final, el físico en la mujer es una prisión. No es sano cómo lo vivimos y cómo nos hacen vivirlo, no con esa presión.

¿Has notado que al cruzar la barrera de los 40 te llegaban menos papeles y has tenido que rechazar papeles precisamente porque fueran ese cliché?

¡Sí, claro! Siempre lo notamos, por eso hay tanta presión con el físico. Sabes que te van a ir quitando de muchos proyectos e intentas estirar la juventud todo lo posible. Desde mi punto de vista es una enorme pérdida porque a medida que te haces mayor, ganas tablas como actor.

¿Cómo impacta esa presión en la salud mental?

Los actores siempre vivimos un poco en la cuerda floja, siempre esperando una llamada, aceptando trabajos que no te gustan porque no tienes otra cosa… Encima sabes que cuando llega una cierta edad, esto se multiplica. El miedo de una actriz a envejecer es real. Piensas ya no puedo ser la madre, ni la heroína, ¿qué voy a hacer ahora?

Si el mundo laboral es cruel con la mujer a medida que cumple años, el de la interpretación es voraz.

No es una profesión fácil para envejecer. Por suerte, aún nos quedan grandes personajes en el teatro. ¿Por qué? Porque el teatro no tiene el primer plano, no es tan cruel con la imagen.

Estrenas Furia, en HBO Max. Y tu personaje precisamente está muy marcado por el edadismo.

La serie habla de mujeres al límite en una sociedad donde te haces mayor y dejas de contar. Y ellas se sublevan. En mi capítulo, llegan personas muy jóvenes a una empresa y descartan a las que ya tienen una edad. No les dan la oportunidad de demostrar si encajan o no en el nuevo proyecto. Las reemplazan sin más. La serie la dirige Félix Sabroso, que sabe dar un enfoque muy divertido a lo que realmente es una tragedia marcada por el edadismo.

Con proyectos así ganáis vosotras, porque tenéis trabajo, y ganamos las espectadoras que ya nos somos unas niñas porque podemos ver historias con las que conectamos.

Las plataformas saben que los más jóvenes son su principal mercado. Pero también pienso en la cantidad de personas como tú, amigas, vecinas, compañeras, a las que no les interesa estar viendo una serie tras otra con historias que no les representan. Para eso Félix es maravilloso, porque crea ha creado personajes femeninos, todas con cierta edad y con sus historias, y les cede todo el protagonismo. Hay muchas situaciones absurdas, como en una caricatura del mundo real donde que te vaya bien o te vaya mal depende mucho de tu edad.

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