El drama familiar, la represión de la dictadura argentina y el delicado legado que esconde ‘El eternauta’

En la clandestinidad, desde cabinas de teléfono, a sus 58 años, el guionista Héctor Germán Oesterheld, uno de los creadores más famosos de Latinoamérica gracias a, entre otros tebeos, El eternauta, dictó las entregas de El eternauta II para que el dibujante Francisco Solano López fuera avanzando en la obra, antes de ser devorado por el aparato represor de la dictadura argentina el 27 de abril de 1977. Le permitieron despedirse de su nieto mayor, Martín Mórtola Oesterheld, que a sus tres años se convirtió en la última persona de su familia en ver al mito del cómic. “No recuerdo la cara de mis padres, pero sí de haber estado con mi abuelo, de su contacto físico”, explica Oesterheld en Madrid.

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Carteles con las fotografías de los desaparecidos de la familia Oesterheld, colocados sobre la publicidad de la serie 'El eternauta', en Buenos Aires, a inicios del pasado mes de mayo.Héctor Germán Oesterheld posa con su esposa Elsa Sánchez y sus cuatro hijas en su casa de Béccar. Martín Oesterheld, nieto del guionista del cómic, desaparecido durante la dictadura argentina junto a sus cuatro hijas y a sus tres yernos, ha liderado la adaptación a serie para Netflix de la mítica novela gráfica  

En la clandestinidad, desde cabinas de teléfono, a sus 58 años, el guionista Héctor Germán Oesterheld, uno de los creadores más famosos de Latinoamérica gracias a, entre otros tebeos, El eternauta, dictó las entregas de El eternauta II para que el dibujante Francisco Solano López fuera avanzando en la obra, antes de ser devorado por el aparato represor de la dictadura argentina el 27 de abril de 1977. Le permitieron despedirse de su nieto mayor, Martín Mórtola Oesterheld, que a sus tres años se convirtió en la última persona de su familia en ver al mito del cómic. “No recuerdo la cara de mis padres, pero sí de haber estado con mi abuelo, de su contacto físico”, explica Oesterheld en Madrid.

La dictadura militar ya había asesinado a las cuatro hijas del guionista, con edades entre los 19 y 25, dos de ellas embarazadas, y a tres de los yernos. Todos eran militantes montoneros. Solo sobrevivieron Elsa Sánchez, exesposa del escritor, que se hizo cargo de Martín, y otro nieto, Fernando, de un año, que se crio con los abuelos paternos. El legado de El eternauta quedó en sus manos, y fallecida Elsa Sánchez en 2015, Martín Oesterheld (51 años) ha cuidado y bregado por la reedición del cómic, después de encontrar las páginas originales y ha logrado que, finalmente, llegara a buen puerto una adaptación audiovisual en forma de serie de Netflix, de la que se ha confirmado habrá segunda temporada.

Martín Oesterheld, retratado en Madrid el pasado 25 de junio.

¿Cómo se maneja un legado así? ¿Cómo se defiende una obra maestra, considerada una de las grandes novelas gráficas del siglo XX y la más influyente en español? “Honrando y entendiendo que tiene muy distintas lecturas”, explica Martín Oesterheld. “Se publicó en entregas desde 1957 hasta 1959 en la revista Hora Cero Semanal, y hablaba de lo que pasaba en aquel momento en Argentina. Pero alcanza otras variantes porque habla de dictaduras, y ese trauma nos llegó a atropellar hasta a nuestra propia familia dos décadas más tarde. O cómo los protas quieren encontrar a sus seres queridos, y eso nos transporta a los desaparecidos… Puedes verlo como una historia de una invasión de extraterrestres, y puedes sumergirte en un mundo más complejo. Además de ser una obra de aventuras y ciencia ficción, llega a estos géneros desde una visión periférica, la nuestra, que rompe con esa idea preconcebida de que las distopías solo pueden darse en Nueva York o Londres. Con el estreno de la serie no te haces una idea de la cantidad de chicos que la están leyendo. Es un clásico en la medida que vos podés seguir reinterpretando su significado, es un clásico transgeneracional”.

Carteles con las fotografías de los desaparecidos de la familia Oesterheld, colocados sobre la publicidad de la serie 'El eternauta', en Buenos Aires, a inicios del pasado mes de mayo.

Y, a la vez, El eternauta es Oesterheld. “Mi abuelo no solo decidió que los protagonistas fueran argentinos en el gran Buenos Aires; es que la casa del personaje principal, Juan Salvo, era su propia casa en Beccar”, recuerda su nieto. Quienes conozcan el cómic y la serie saben que ha desaparecido el personaje que Oesterheld se había guardado para sí mismo, y que en su interrelación con Juan Salvo da sentido al título. “Por eso en algunas críticas anglosajonas no entienden el porqué de su nombre”, sonríe Martín. “Por suerte, con la recuperación de las páginas originales, en manos de un coleccionista italiano, pudimos por fin editarla bien en el mercado anglosajón en 2015, y eso nos abrió muchas puertas”.

El libro original, de 350 páginas en blanco y negro, sufrió bastantes cambios y eliminaciones en una reedición de 1961, y esos retoques se fueron reproduciendo desde entonces. En 2011 se imprime una nueva edición con el material original que se quedó un coleccionista en Italia y devuelve el cómic a su esplendor original… excepto 34 páginas que siguen perdidas. Otras dos han aparecido tras el estreno de la serie: las guardaba la viuda de un dibujante “que esperaba a devolvérselas a un Oesterheld”.

Héctor Germán Oesterheld posa con su esposa Elsa Sánchez y sus cuatro hijas en su casa de Béccar.

Tras una bomba en el garaje de la casa de Beccar, Elsa Sánchez se llevó a la suya todo el material de su expareja. “No hubo un día en especial en que yo decidiera leer El eternauta. Fue un continuo. Yo jugaba con los libros y los apuntes que mi abuela había podido rescatar. Y cuando fui creciendo, mi lugar de juego era aquella habitación del fondo de la casa, donde estaba la memoria de mi abuelo. Era mi punto de contacto con el pasado”.

Oesterheld recuerda cómo se hundió una estantería por puro peso del papel. “Empecé a leer esa pila de libros, y así poco a poco me acerqué a lo íntimo de mi abuelo, a su conocimiento de la literatura inglesa, a su relación con Borges…”, apunta. “En mi historia se tejen lo íntimo, lo privado y lo público. Esos libros caídos son lo privado, lo público es el eco de esta reedición cuidada y de la serie. Y lo íntimo… Cada 24 de marzo [Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en Argentina] mucha gente sale con fotos de sus desaparecidos. Yo siento eso como más íntimo”. Obviamente, también ha visto la publicidad de la serie a la que le han pegado fotos de su abuelo, sus tías y su madre. “Mi abuela formó parte de las Abuelas de la Plaza de Mayo y buscó a esos nietos que podrían haber nacido, si existen, si nacieron… Yo no quiero dar mucha madeja al tema, pero para mi abuela fue un motor vital. Era un roble, muy celta, porque sus padres eran de Pontevedra. Soportó todo ese dolor y además me cuidó con cariño”. De los desaparecidos de la familia, solo recuperaron el cadáver de la menor, Beatriz.

Las primeras cinco viñetas de 'El eternauta', de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López.

El viaje a la pantalla ha sido también largo, repleto de peligros que regatearon Oesterheld, productor audiovisual y que aparece en la serie como productor ejecutivo y su esposa, Laura Bruno. En su relato agradece a los compañeros en esta travesía, recuerda las aproximaciones del español Adán Aliaga (que acabaría haciendo un documental sobre su abuela, La mujer del eternauta) y de la argentina Lucrecia Martel. “Otro que se acercó fue el actor Jeremy Renner. Era superfán, pero quería trasladar la acción a EE UU y rodarla en inglés. Ahí no podíamos transigir. En cambio, en Netflix lo entendieron”.

‘El eternauta’, serie de Netflix

Martín Oesterheld da un paso adelante y se responsabiliza de uno de los cambios principales: traer a la actualidad la historia. Explica: “Me gustaba el concepto de que Juan Salvo sea un superviviente, que se mueva con la lógica de la segunda oportunidad. Y ahí está la generación Malvinas, que ha sido muy ninguneada. Cuando se aumentó la edad de Salvo, y entró Ricardo Darín, una opción planteada por el productor Matías Mosteirín y el director Bruno Stagnaro, todo el puzle encajó”.

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