Zahara se reconcilia y canta ‘Con las ganas’ y Hombres G se lo pasa muy bien en SanSan 2025

<p>Viernes de<strong> lleno absoluto en Benicàssim</strong>, con un público entregado desde el atardecer hasta las tantas, entre guitarrazos, <i>technazo </i>y generosas dosis de nostalgia. El festival empieza a coger ese punto dulce entre el desfase y la comunión emocional, y en esta jornada todo el mundo ha tenido su momento: desde los <i>boomers </i>en primera fila con camiseta de Hombres G, hasta la chavalería indie coreando a Niña Polaca como si no hubiera mañana.</p>

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 La cantante convirtió su concierto en un acto político, festivo y poético  

Viernes de lleno absoluto en Benicàssim, con un público entregado desde el atardecer hasta las tantas, entre guitarrazos, technazo y generosas dosis de nostalgia. El festival empieza a coger ese punto dulce entre el desfase y la comunión emocional, y en esta jornada todo el mundo ha tenido su momento: desde los boomers en primera fila con camiseta de Hombres G, hasta la chavalería indie coreando a Niña Polaca como si no hubiera mañana.

Siloé fueron los primeros en encender la tarde, con un Cristiano (el cantante, no el otro) que se llevó el calor de un público ya numeroso. La luz del sol cayendo sobre el escenario y un set emocional sin aspavientos: el arranque perfecto para lo que vendría después.

Y después fue Zahara. Reina absoluta del viernes, literalmente: subida a unas plataformas, envuelta en vapor y vestida de Moisés Nieto, convirtió su concierto en un acto político, festivo y poético. Abrió con Formentera, y desde ahí no bajó la intensidad: mensajes sobre los cuidados, defensa clara de los derechos trans, visibilidad para su equipo lleno de mujeres talentosas. El momento cumbre, por supuesto, fue su reconciliación con la mítica canción de Con las ganas, que el público ya llevaba rato rogándola. El momentazo: ese policlín convertido en parte de la escenografía que, sí, también sonaba. Zahara hace lo que le da la gana y el público, agradecido, la sigue a donde sea. Cerró con Berlín U5 y se vino abajo hasta el último adoquín del recinto.

Hombres G llegaron con sonrisa y clásicos bajo el brazo. El grupo madrileño fue pura celebración multigeneracional: padres, hijas, y alguna abuela dándolo todo en Marta tiene un marcapasos. Cerraron con Polvos Pica-Pica y dejaron claro que lo suyo ya es más que nostalgia: es patrimonio cultural de varias familias.

Dani Fernández recogió el testigo con solvencia de cabeza de cartel. Su show fue el más coreado del día, con esa mezcla infalible de hits radiofónicos y presencia arrolladora. Se metió al público en el bolsillo desde el minuto uno y no lo soltó. Nadie fue al baño durante su concierto: dato relevante.

Y cuando parecía que la noche no podía dar más, Niña Polaca lo reventaron, con los más jóvenes del festival esperándoles previamente en la carpa de los djs como si fueran Arctic Monkeys. Indie macarra, bailoteo y pogos con birra en mano: el cierre perfecto de un viernes en el que todo el mundo encontró su banda sonora.

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